Una de las grandes amenazas que se ciernen sobre los países, desde hace más de una década, son los populismos, tanto a nivel político, como a nivel social e incluso personal.

Los expertos financieros ya consideran entre sus temas a analizar y monitorizar, los populismos, que se alimentan como nunca, gracias a las redes sociales. Los populismos han puesto y quitado gobiernos, han zarandeado los mercados financieros, han arruinado la fama y honor de muchas personas, han encumbrado a fama impensable a otros muchos, al tiempo que se hace de forma tan rápida, que se ha convertido una gran amenaza para el mundo.

La experiencia que ya tenemos, nos ha demostrado que los que más ventaja y beneficios han conseguido, cuando hablamos de redes sociales, son aquellos que han sabido manipular a millones de personas, con noticias falsas, así como estrategias muy bien pensadas, para llevar las voluntades y opiniones, hacia el terreno que a ellos les interesaba.

Siempre se ha dicho que no se deben tomar decisiones bajo una carga emocional importante, bien sea rabia incontenible o alegría desbordante. La reflexión, la mesura, la experiencia y el análisis de las consecuencias de nuestras acciones, previamente a llevarlas a la práctica, siempre ha dado mejores resultados.

Las redes sociales, en su parte menos amable, han sucumbido a un mundo de emociones extremas y poca reflexión, al tiempo que poca o nula formación, en muchos ámbitos esenciales para la vida de las personas.

No son pocos, los que hablan de todo esto, al tiempo que están buscando fórmulas para mantener el difícil equilibrio entre la libertad de expresión individual y los daños a terceros, e incluso a países enteros. Recordemos últimamente el asalto al Capitolio en EEUU, la manipulación de precios con las criptomonedas, con GameStop etcétera.

Como siempre ha sucedido a lo largo de la humanidad, cualquier avance o progreso, tiene su parte negativa y su parte positiva. Un ejemplo clarísimo podría ser la industria armamentística. A nadie se le escapa que es necesaria para la protección de las personas, pero al mismo tiempo, siempre ha habido y habrá, personas y países que lo utilizan para obtener mayores beneficios, someter a los pueblos o desestabilizar gobiernos, para hacer cambios políticos irregulares, que suelen ir acompañados de abusos de poder.

Si el mundo aún no se ha destruido, es porque las personas de bien, son más numerosas que las que quieren destruir a las personas y todo lo logrado. Con los nuevos avances tecnológicos sucede y sucederá lo mismo. Los ciberataques son otra gran amenaza, que cada día está más presente en nuestras vidas.

Ahora más que nunca, hay que pensar en quien se puede confiar, para facilitarles información sensible sobre nuestras vidas o asuntos patrimoniales. En quien confiar para darles nuestro apoyo o quitárselo, en las redes sociales, porque ello tiene un impacto enorme, que irá aumentando a lo largo de los años.

Para elegir por ejemplo a nuestro médico, nuestro banquero privado, o a las personas de nuestra vida privada, íntima o profesional, saber en quien se puede confiar, es una cuestión vital. Como no siempre se tiene la certeza de acertar, lo importante es tener unos valores y unos conocimientos, que nos permitan poder hacer la selección. Si a pesar de ello, las personas, las ideologías, las asociaciones, etcétera, pierden nuestra confianza, porque incumplen sus compromisos,  pierden su dignidad o son una amenaza, para nuestras vidas, nuestra alma o nuestro patrimonio, debemos romper relación y ataduras de forma inmediata, sin miramientos. A partir de ahí comienza la búsqueda de nuevo, aunque esa experiencia nos habrá servido enormemente para el futuro.

El inmovilismo, ante las amenazas o las traiciones, es lo que destroza la vida de las personas. Por tanto, reflexión, información y firmeza para ejecutar los planes que nos marquemos, buscando tener el control de nuestras vidas, en todas sus facetas.