La agónica situación provocada por el referéndum que abrió el melón del Brexit, ya llega a su fin, pero sin bajar un ápice la incertidumbre y el drama.

Aunque oficialmente la salida de Reino Unido de la Unión Europea será el día 31 de diciembre, este fin de semana quedará zanjado si dicha salida será consensuada o por las bravas. En estos momentos Bruselas ha comunicado que ve muy difícil el acuerdo y que tiene preparados los planes de contingencia.

En Reino Unido, las grandes empresas llevan meses advirtiendo a sus representantes políticos, que el Brexit sin acuerdo puede provocarles subidas de precios importantes y colapso en buena parte de la industria. Esta petición desesperada de las empresas, a estas alturas parece haber caído en saco roto, aunque en temas políticos ya sabemos que no hay nada en firme hasta que se acaban las negociaciones.

En principio, las partes involucradas se han dado este fin de semana como plazo, aunque no debería extrañarnos que lo alarguen el resto de la semana, porque todavía hay margen para el acuerdo.

Los mercados financieros que no habían estado prestando mucha atención al posible Brexit duro, ahora y de golpe han decidido tenerlo en cuenta. Por ello las realizaciones de beneficios se han impuesto en la última sesión de la semana, en espera de ver lo que suceda en fin de semana.

Mientras tanto, en Europa los asuntos domésticos siguen avanzando. La gobernadora del BCE ha confirmado esta semana que aumenta la cuantía y el tiempo que va a seguir apoyando a las economías de la Zona Euro, porque sus previsiones de crecimiento para 2021 han bajado. Con esta decisión pretende mantener la financiación barata para los agentes económicos, es decir, las empresas, las familias y los Estados.

Por su parte, también se ha conseguido esta semana desbloquear el fondo de recuperación aprobado para los países de la Unión Europea y que entrará en vigor el día 1 de enero de 2021. A partir de ahí se iniciarán los procedimientos previstos, para que los distintos Gobiernos presentes sus planes, que sean aprobados por Bruselas y comenzar las entregas de las ayudas.

Las exigencias con conocidas y van a poner a prueba la capacidad de los equipos económicos de los países, para conseguir dichas ayudas.

El siguiente reto y no menor, es que dichas ayudas se lleven a las reformas estructurales que necesitan las distintas economías, para aprovecharlas y mejorar la competitividad de los países.

España aparece en la actualidad, como uno de los peores países de la OCDE en sus datos macroeconómicos. Todo ello implica que es uno de los más necesitados, tanto de las ayudas del BCE como de la Unión Europea.

Las recomendaciones y exigencias de hacer reformas estructurales en nuestra economía, ya vienen desde el año 2012, por tanto no hay nada nuevo al respecto, simplemente una situación económica tan dramática como la vivida en aquellos años.

El reto del Gobierno español es de enorme envergadura y ahora está por ver si podrán gestionar la reconstrucción, con más acierto que la pandemia y la crisis económica provocada por el confinamiento. Las esperanzas no son muchas, lo que nos hace presagiar que no tenemos en los mandos de la nave, al mejor equipo para capitanear el presente ni el futuro próspero que desean la mayoría de los españoles.

Para los mercados financieros europeos,  estas ayudas tanto del BCE como de la Unión Europea, serán un alivio ante la eventual salida de Reino Unido sin acuerdo, que puede ayudar a paliar el impacto económico. Por tanto, en principio no debería suponer una inestabilidad importante en el comportamiento de las bolsas en la recta final del año.