Lo sucedido con el impuesto de actos jurídicos documentados durante la presente semana, tiene muy poco que ver con la buena gestión de un país, y mucho que ver con la demagogia, que se aprovecha de las corrientes emocionales de las personas, el devastador “todo gratis” al que aspira nuestra acomodada sociedad y la decadencia de la imagen de la banca tradicional española.

Si somos objetivos en el análisis de los sucedido esta semana, no debe sorprendernos nada de lo que ha sucedido. El populismo de los gobiernos de izquierdas es lo esperado, el desprestigio de la banca y la consecuencia directa de la crisis financiera de 2008, así como el despertar de la ciudadanía a la realidad de la operativa bancaria tradicional. Que en nuestra sociedad se ha instalado el “todo gratis”,fruto del clientelismo de muchos partidos políticos, también hacía prever la reacción social. Lo más llamativo y preocupante de todo lo sucedido es la deriva y el desprestigio del Tribunal Supremo, que se suma a de buena parte de la justicia de nuestro país.

Todo lo anterior, es preocupante en cualquier situación, pero en la nuestra actual, es especialmente preocupante, cuando los principales agentes económicos, ven con preocupación el futuro, ante la constatada desaceleración económica de España y de la Zona Euro. A ello tenemos que añadir las subidas de tipos que se producirán dentro de un año, como tiene previsto el Banco Central Europeo y las esperanzas se van desvaneciendo gradualmente.

Parece garantizado que los presupuestos se van a tener que prorrogar y que el partido del Gobierno subirá los impuestos por Decreto Ley, es decir, por “autoritarismo democrático”. Lo que no sabemos y si el año próximo se convocarán elecciones generales, aunque todo apunta a que no será así, porque el improvisado inquilino de la Moncloa, no quiere renunciar al poder que le ha llegado de rebote y todos los privilegios que conlleva.

Para nuestro país el momento no puede ser más delicado, de ahí, que una vez más, nos estemos jugando el futuro inmediato de forma seria, pero con la agravante situación, de que los españoles no hemos elegido a este Gobierno en las urnas, lo que nos deja en absoluto desamparo y a merced de los “nuevos ricos”, que con el poder y el dinero de los impuestos, no tienen escrúpulos ni en usarlos para sus intereses personales y partidistas.

No se trata de pesimismo, sino de cruel realismo, afirmar que ha llegado la hora del sálvese quien pueda. Las familias y las empresas ya no tienen mucho margen de tiempo para acaparar víveres para el invierno. La trabajadora y orgullosa hormiga llegará con la despensa llena y la cigarra, como siempre, lo pasará muy mal.Cuando deberíamos bajar y eliminar impuestos, como el ya famoso de actos jurídicos documentados, hacer reformas que sigan flexibilizando la economía, hacer presupuestos austeros y creíbles, así como apoyar a las empresas que generan empleo, todo va en la dirección contraria.

El ahorro y la preservación del patrimonio a través de una buena planificación patrimonial, en lo fiscal,societario, hereditario y financiero, es la única tabla de salvación segura. Los mercados financieros están castigando demasiado este año, pero de ahí todavía nos quedarán alegrías por recibir, que las llevarán los que hacen las cosas bien, estando en manos de buenos profesionales, al tiempo que se arman de paciencia.