En plena reforma fiscal en España, esta semana hemos sabido que en 2015 tendremos un nuevo impuesto que se aplicará a las transacciones de compraventa de acciones y derivados, en 11 países de Europa, entre los que por supuesto está España.
Cuando hayamos pasado la crisis que comenzó en 2008, todo apunta a que nos encontraremos con más impuestos de los que teníamos antes de que comenzase.Si la reforma se hace correctamente en España, no significa que pagaremos menos impuestos, sino que los pagaremos de forma distinta. Nadie espera que bajen, sino que se apliquen correctamente, lo que significa que se gravará más, aquello que sea menos productivo y que se pagarán menos impuestos por aquello que sea más beneficioso, para la economía a largo plazo. Por tanto posiblemente, nos encontraremos con más impuestos al consumo o en los inmuebles, y menos en las rentas del trabajo más bajas o en los rendimientos del ahorro, que se traslade a la inversión.Cuando comenzó la crisis, Alemania y Francia pidieron que se rescatase la tasa Tobin, para recaudar impuestos de las transacciones en el mercado de capitales. El nombre del impuesto se debe al premio Nobel de economía, James Tobin, que planteaba en los años 70 utilizarla para el mercado de divisas. La novedad en el  planteamiento es que busca aplicarla a los activos financieros. Hasta ahora no habían conseguido ponerse de acuerdo para ponerla en práctica, siendo España, uno de los países más activos en reclamar su implantación. Tras los acuerdos conseguidos en la última semana, ya podemos afirmar que la tasa saldrá adelante y que se aplicará en el país en el que se realice la transacción.En nuestro país ya se había puesto en marcha el impuesto a los depósitos, que aunque será aplicado a las entidades financieras, todos sabemos que será finalmente el cliente quien asuma el coste. Con la tasa Tobin ocurrirá exactamente lo mismo.Los intermediarios financieros, elevarán las comisiones de intermediación y será el cliente quien lo asuma. La diferencia con los depósitos, al margen de la cuantía, es que el daño para el inversor puede ser menor, si con la operación financiera obtiene una buena rentabilidad. Con el depósito el margen de beneficio para el ahorrador es muy pequeño y ya está fijado, mientras que en una transacción con activos financieros la rentabilidad puede ser mucho mayor, con lo que el impacto final será menor. Por supuesto que también habrá muchas operaciones con pérdidas a las que se les aplicará el impuesto, pero hablando de beneficios, las diferencias son importantes.Los detractores del impuesto consideran que desincentivará la inversión, pero lo cierto es que resulta improbable que eso suceda. Si finalmente se aplica en 2015  y continuamos con los mercados alcistas en Europa y España, tal y como apuntan todos los informes, lo cierto es que los inversores no se van a ver impactados seriamente en el resultado final de la operación. Para cuando los mercados cambien de ciclo y comiencen a bajar, lo más probable es que nadie hable de la tasa, que ya todos lo tengan asumido y por tanto el impacto sea muy bajo o casi nulo.

Con ello, los 11 Gobiernos europeos que lo han puesto en práctica habrán recaudado importantes cantidades, que anteriormente no recibían, y lo seguirán haciendo en el futuro. Por todo ello, los tiempos que han manejado para ponerlo en práctica, son de lo más certero para sus intereses, aunque posiblemente el retraso, tenga más que ver con las dificultades para poner de acuerdo a los socios europeos, que un cálculo estratégico de la idoneidad del momento.

El inversor podrá minimizar el impacto, analizando con detalle las estrategias que aplica en la gestión de su cartera, buscando complementarlas y diversificando la gestión entre las mejores gestoras del mundo, para obtener una buena rentabilidad. El control de los riesgos será tan importante como siempre, e incluso más, porque a las pérdidas que se generen, habrá que sumar la tasa Tobin.