Las crisis graves vividas desde 2008 han puesto de moda la palabra cisne negro, para hacer referencia a ese acontecimiento imprevisible y de enormes consecuencias para las economías mundiales, así como para los mercados de capitales.
En las últimas semana se ha estado hablando mucho de la necesidad que tiene la primera economía del mundo de elevar su techo de gasto, porque en caso contrario no podría hacer frente a sus gastos y vencimientos de deuda en el mes de junio.
Aunque esto parezca algo nuevo, realmente no lo es. La economía americana ya se encontró en esta tesitura en lo años 2011 y 2013. En aquellos momentos, al igual que ahora, aumentó la tensión en los mercados de capitales mundiales, pero finalmente se solucionó sin mayores contratiempos.
En esta ocasión todos quieren pensar que de nuevo vamos a vivir un “dejá vu”, pero hay quienes no quieren descartar que estemos ante un nuevo cisne negro, porque nada debe ser descartado, como bien nos enseña la filosofía de los escépticos, con Sócrates como máximo exponente.
Lo que sabemos a estas alturas es que desde luego, si no llegan a un acuerdo, estaríamos ante una situación sin precedentes y de consecuencias imprevisibles. El plazo máximo que tienen para llevarlo a cabo no está claro, porque de producirse el impago, inicialmente empezarían por hacerlo con los sueldos y pensiones públicas, algo que tiene como fecha los primeros días de junio, para pasar posteriormente a no devolver la deuda a los inversores, que ya se podría decir que el cisne negro está presente, con todas las consecuencias que ello supondría. La fecha para esta situación sería en torno a mediados de mes.
La agencia de calificación crediticia Ficht ya ha colocado en “perspectiva negativa” la triple AAA, que hasta ahora había concedido a EEUU. Esta decisión ha supuesto, durante algunas sesiones de la semana un mazazo para la imagen de EEUU, llevando a los índices bursátiles al rojo, con caídas generalizadas, pero sin llegar al pánico.
Dado que estamos ante una decisión política, todos mantienen la esperanza de que se resuelva, tras duras negociaciones de hasta que niveles se aumenta la deuda y a qué partidas presupuestarias, así como los plazos para revertir esta situación. No podemos olvidemos que aumentar deuda siempre conlleva problemas de solvencia a medio y largo plazo, si no se vuelve a la austeridad, de ahí la complejidad de las negociaciones.
De todo esto sabemos mucho los países como Grecia, España y Portugal, que en la crítica situación económica de 2012, tras las crisis financiera de 2008, unos fueron intervenidos como Grecia y otros como España, a punto estuvimos de serlo, por el gasto y endeudamiento desorbitado que había en nuestro país. Años de recortes, ajustes y revueltas sociales nos evitaron la intervención, al volver a la senda de los ajustes fiscales, para cumplir los requisitos de estabilidad que desde Bruselas se exigían. Nos suena todo esto? Tal vez sea buen momento para recordarlo, porque nuestro país ha entrado en una senda de gasto improductivo y deuda descontrolada, que alguien tendrá que embridar, por las buenas e iniciativa propia o por intervención de la llamada Troika ( Bruselas, el BCE y el FMI).
Dado que las economías mundiales, en general y la americana en concreto, no podrían soportar un nuevo cisne negro, cuando no hemos dejado atrás el anterior, mantengamos la esperanza de que se aprobará el nuevo techo de deuda, como ya se hizo en las dos ocasiones anteriores.