Con estas palabras se ha despachado el presidente del Banco Central Europeo, afirmación que ha sido secundada por algún presidente de entidades financieras españolas.

Que el sector financiero no está pasando su mejor momento, no es una nueva noticia. Todo lo impensable, saltó por los aires con la crisis financiera de 2008 y las víctimas siguen cayendo. Los ciclos económicos son una realidad que no ha desaparecido de las economías mundiales, como algunos reputados economistas llegaron a afirmar, y desde luego, están muy presentes en distintos sectores económicos.

Desde la revolución industrial, con la creación de la máquina de vapor, a finales del siglo XVIII, la aparición y desaparición de sectores económicos ha sido constante. Los inventos y lo progresos, en empresas y productos, están en constante evolución, transformando el mundo en el que vivimos. Por distintas razones, pasan por épocas de bonanza y otras de crisis.

El sector bancario europeo está sufriendo una auténtica revolución, en la que nadie sabe con exactitud cuál va a ser su final, pero ya hay pistas que nos hacen ver el camino con más claridad. Que las nuevas tecnologías van a tener un importante protagonismo, es algo que ya es una realidad, que se está implementando de forma constante. Todo ello conlleva que no hace falta tantas oficinas ni empleados, para hacer tareas que pueden hacer las máquinas y cada usuario desde cualquier rincón del mundo.

Los tipos de interés tan bajos, están provocando que los bancos tengan muy difícil el hacer rentable su negocio. De ahí la presión y ansiedad que tienen todos los equipos directivos de la banca, para buscar rentabilidad  dónde y cómo sea. Esta desesperación puede llevarles a cometer errores del pasado, dando créditos a quien posiblemente no pueda pagarlos, o también fabricando y vendiendo productos financieros a ahorradores que no los necesitan, e incluso en el peor de los casos, poniendo en riesgo serio el patrimonio, si con esos productos o activos, les trasladan los riesgos del banco.

Con este panorama, no es de extrañar que el presidente del Banco Central Europeo haya dicho que sobran bancos, y que al haber un exceso de ellos, se dañan entre sí, porque el pastel a repartir no es demasiado grande.

Los ahorradores o inversores más despistados, ya han visto caer sus acciones bancarias, desde los máximos alcanzados antes de 2008, en torno a un 80%, reflejando con ello, la profunda crisis que sufre el sector. Como bien sabemos, ni la recuperación del dinero, tras años de batallas legales y noches sin dormir, podrán resarcir el drama que han vivido los ahorradores que tenían preferentes o similares.

La gran pregunta que podemos hacernos es ¿hacia dónde camina este sector?. La gran mayoría de los expertos coinciden en la reducción de tamaño y posterior concentración de bancos. La operativa será más tecnológica y los profesionales de banca privada, serán los más necesarios.

Dentro del sector de banca privada, los inversores separarán la paja del grano, porque ahora todo está muy mezclado. Los banqueros privados que dediquen todas las horas necesarias a escuchar la problemática patrimonial de sus clientes, así como en darles soluciones fiscales, hereditarias, financieras o societarias, para preservar sus patrimonios, cada vez tendrán más prestigio y más mercado.

Los que bajo el nombre vacío, de banca privada,  vendan fundamentalmente producto propio y le trasladen los riesgo entidad al cliente, sobrevivirán, pero cada vez con menos prestigio y un mercado más pequeño.

En un par de décadas, los inversores y los ahorradores, habrán colocado a cada entidad y a cada profesional en su sitio.

La educación financiera y el instinto de supervivencia financiera, serán los impulsores de la revolución.