Aunque todavía nos queden varias semanas para que comience el otoño, cuando septiembre hace su entrada, la gran mayoría de los ciudadanos ya piensan que el verano se ha acabado, y toca prepararse para el nuevo curso. Los principales meses del verano han sido muy benévolos, tanto desde el punto de vista climatológico como financiero, lo que ha sido un auténtico regalo del cielo, tras el invierno que pasamos.
Todo ello ha debido permitirnos recobrar ánimo y fuerzas para seguir luchando, evitando que los avances sean flor de un día, que nos lleven a retroceder en lo hasta ahora conseguido. No pensemos que esto ha pasado, y que por delante tenemos un camino sencillo y placentero. Lo que nos espera es más de lo mismo: reformas, sacrificios, trabajo infatigable, perseverancia en la lucha por no desanimarnos, generosidad para compartir sonrisas e ilusiones, serenidad para no perder el rumbo con el ruido político de fondo… Pero esta vez, con la certeza de que todo ello sirve para algo, que no es un espejismo, y que quienes mejor lo hagan, más oportunidades tendrán de éxito.
Disfrutemos de los logros para coger impulso hacia delante, no para dormirnos en los falsos laureles. Hemos evitado ser intervenidos y nuestra economía mejora gradualmente. Una vez más, muy pocos apostaban porque los españoles lo conseguiríamos, pero ahí estamos, demostrando que en nuestro ADN no está el derrotismo, por mucho que nos cueste creerlo. Los hechos son irrefutables, que a fin de cuentas, valen más que las palabras.
El fin del verano, así como el otoño, llegan con incertidumbres de todo tipo: elecciones en Alemania, problemas políticos internos en Italia, Portugal y España, conflictos en Siria, la retirada de estímulos a la economía estadounidense, su techo de gasto, la debilidad de los países emergentes…
Muchas cosas, para preocuparse de todas al mismo tiempo. Vayamos paso a paso, pero con los ánimos renovados y con ganas de seguir haciendo lo correcto. El trabajo bien hecho, la honestidad, la perseverancia, la generosidad y la ilusión, son armas que nunca han hecho perder ninguna guerra, a quienes las han llevado a sus batallas diarias. No perdamos eso de vista, ahora que toca volver a la lucha.