A estas alturas de “la película” deberíamos estar curados de espantos, con todo lo que se está destapando desde que estallase en 2008 la “madre de todas las crisis”, al menos para los que estamos vivos en la actualidad. Quien no esté curado de espantos, es porque: o ha vivido en la luna durante todo este tiempo y no se ha enterado de nada, o porque realmente no sabe cómo es la condición humana, desde la creación del mundo.

Acabar con la corrupción de forma definitiva es algo tan utópico como querer vivir eternamente, aquí abajo claro está, eliminar las malas hierbas para siempre, o todo lo malo que puebla la faz de la tierra. Aceptada esta premisa, para evitar ensoñaciones que nos frustren, en los resultados que se obtengan de la lucha por un mundo más soportable, debemos agradecer a la justicia, que salgan a la luz todos los casos de corrupción, por mucho escándalo que supongan e incluso riesgos para nuestro futuro. Me pregunto si todo este desfile de famosos, políticos y gente conocida, lo hubiésemos visto si fuesen otros los que gobernasen. La respuesta exacta no la tendremos nunca, porque le ha tocado al partido del Gobierno hacerlo, aun a riesgo de ponerse ellos mismos contra las cuerdas y recibir lo que venga.

¿Estará nuestra sociedad preparada para afrontar con madurez un proceso de regeneración social, tras la degeneración que se ha ido extendiendo durante décadas?. Los resultados en las futuras citas políticas nos lo dirán. En las situaciones críticas anteriores, nuestra sociedad ha demostrado una madurez que ahora necesitamos una vez más, para saber distinguir lo que realmente debemos mejorar y el mejor camino para conseguirlo. En nuestra sociedad se ha generado el problema, y desde ella debemos trabajar para encontrar la solución. Los cambios que se deben hacer tanto de forma individual como colectiva, son bastante evidentes. El reto será encontrar las personas lo suficientemente preparadas, valientes, generosas, responsables y honestas para llevarlo a cabo. No pensemos que van a caer del Cielo y deben ser otros los que arreglen esto. Cada uno de nosotros debemos ser esas personas en nuestro pequeño universo y entorno más cercano.

El coctel explosivo de poder y finanzas, sin ningún tipo de responsabilidad y honestidad, es más letal para una sociedad, que la más potentes de las bombas. Los daños los estamos observando por doquier: inversores que han perdido su dinero y su confianza en el sistema financiero, ciudadanos frustrados, porque hacienda no somos todos, sino los mismo de siempre, desconcierto y confusión sobre muchos asuntos trascendentes etc…

Al igual que una sociedad llega a un grado de degeneración como la nuestra, durante varias décadas, necesitaremos de nuevo, varias décadas más para regenerarla. Las generaciones que vienen detrás, deberían aprender de los errores de quienes van delante y comprometerse para mejorar el mundo que les ha tocado en suerte. El riesgo y el reto está en que acertemos y acierten, porque los cantos de sirena amenazan en momentos de tanta confusión, pudiendo llevar al abismo a una sociedad. Ejemplos nos sobran en la historia.

Aquí nos toca volver a recordar que la formación, el estudio, la reflexión, la comprensión y el respeto por lo diferente, son asignaturas que no se estudian, pero que deben aprenderse y aplicarse desde niños. Bienvenidos todos los que con buena voluntad, vengan a reconstruir todo lo que se está desmoronando.