Entre los profundos cambios que ya está provocando la crisis que comenzó en 2008, tenemos que señalar la nueva relación que se está imponiendo entre la banca y sus clientes. Hasta el comienzo de la crisis, para la gran mayoría de los clientes, dicha relación se asemejaba más a una de carácter personal y confianza, que a una de negocios.

Ese tipo de relación ha demostrado colocar en una situación muy vulnerable a quienes la han puesto en práctica, ante la equivocación de no considerarla lo que realmente era, una relación de negocios con intereses enfrentados. No cabe achacarles a las entidades financieras que ellas mismas propiciasen el error, porque realmente debe ser el cliente, como consumidor responsable, el que tiene la obligación de cuidar de sus intereses. Pensar lo contrario es un imprudencia temeraria, fruto del desconocimiento de las reglas básicas de las relaciones comerciales y de una ausencia mayoritaria de educación financiera. Lo denunciable es la mala fe con la que han actuado en muchos casos, ante personas o empresas más vulnerables, por sus circunstancias personales.

 La Eurozona ha llegado a un acuerdo histórico por el que ya no se pagarán rescates bancarios con dinero público, sino con dinero de los propios bancos. El Banco Central Europeo será el supervisor común para la gran banca europea, lo que impedirá que los bancos centrales de cada país, cometan los errores del pasado, con una supervisión que estuvo más supeditada a cuestiones políticas, que de solvencia del sistema financiero, tal y como sucedió en España. Todavía estamos pagando las consecuencias de la quiebra de la Cajas de Ahorros, por los desaciertos del Banco de España, en ese terreno y en otros muchos.

Los ahorradores ya tienen la certeza de que a partir de 2016, la quiebra de la entidad financiera en la que tengan sus ahorros, puede suponerles un grave quebranto económico, si tienen activos financieros con garantía de ese banco, o más de 100.000 euros en depósitos, sin que puedan  ser resarcidos por ello. Ante esa realidad, los ahorradores irán aumentando su cultura financiera, para detectar los productos o activos con más riesgo en las entidades financieras y evitarlos. Un cambio de tendencia que ya se está imponiendo, es el aumento de ahorro que se traslada diariamente a fondos de inversión, sobre todo de gestoras internacionales, que ven como desde hace meses, sus saldos aumentan exponencialmente, fruto de esos cambios que mencionaba y que serán imparables para el futuro.

Otra realidad con la que tenemos que contar es el hecho de la dificultad que tiene la banca española para hacer rentable el negocio tradicional de prestar y guardar dinero, con las nuevas exigencias de solvencia que se imponen. Por esa razón, los clientes de la banca están viendo aumentar las comisiones que pagan, algo que será habitual e irá en aumento, en la gran mayoría de los casos. Todo esto hace que el cliente deba conocer con detalle todos los costes que le asignan y el servicio que recibe por ellos. El todo gratis en el banco irá pasando a los anales de la historia, siendo la negociación y el control de los costes, algo habitual en la relación cliente-banco. Tampoco se recibirán dividendos tan cuantiosos como en el pasado y los riesgos serán mayores.

En los temas de financiación, sobre todo con las empresas, la asfixia a la que han sido sometidas por la falta de crédito, provocando la quiebra de miles de ellas, ha abierto nuevas vías a través del mercado de capitales, que ayudarán a una mayor profesionalización de las propias empresas y menor dependencia de los bancos. El ahorro de los inversores se podrá trasladar de forma más directa y eficiente hacia las empresas, lo que generará mayor riqueza para todos.  

No olvidemos que los dos de los grandes retos que tiene nuestra economía para el futuro son: reducir la tasa de desempleo y conseguir que los ciudadanos ahorren para complementar sus pensiones en el futuro. Dichos ahorros, exigirán una buena gestión y control de los riesgos, para que vayan  creciendo  a lo largo del tiempo. Con esos objetivos se plantea buena parte de la nueva legislación que se está aprobando en la Eurozona y en España, lo que supondrá un revolucionario cambio en la forma de entender la relación con los bancos. Aplicaremos de forma generalizada en nuestra relación con el banco, a la hora de tomar decisiones como consumidores, la famosa frase: “ son negocios, no se trata de nada personal” .