Como se han podido imaginar, con esa afirmación, pretendo hacer una negación personal y categórica, a la tan comúnmente aceptada frase, de que “hay que tener amigos hasta en el infierno”.

Para llevar a cabo dicha reflexión, voy a comenzar mencionando a Buda, cuando afirmaba con rotundidad: “ Lo que piensas, es en lo que te conviertes, la mente lo es todo”. Ahora vamos a incorporar las variables “amigo” e “infierno”, para que cada uno de nosotros nos preguntamos, qué es para nosotros un amigo y qué entendemos por infierno.

Lo que pensemos realmente sobre ambos, nos convertirá en un tipo de personas u otras, porque nuestra mente impulsará nuestros actos y éstos a su vez nos definirán. Recordemos aquello de: “no hay árbol bueno que dé frutos malos, ni malo que los dé buenos”. Siguiendo con las Sagradas Escrituras, y en palabras de Jesucristo, la amistad adquirió la categoría más alta que se puede tener en las relaciones personales. No en vano Jesucristo utilizaba mucho esa palabra, para demostrar su afecto, su entrega y su Amor a todos los que se encontraba, incluso a quien le traicionó. Por el contrario, en el infierno está el padre de la mentira y de todo lo malo que nos podamos imaginar, por tanto nunca tendremos amigos de verdad en el infierno, porque allí sólo estarán quienes buscan manipularnos, engañarnos o utilizarnos para sus intereses. Por ello, nada bueno podrán encontrar las personas bien intencionadas, sino verse infectadas, por el trato con personas que representan lo más dañino para la sociedad. Ejemplos de todo ello, con multitud de víctimas, culpables o inocentes, sobran por doquier, tras el tsunami de la crisis financiera de 2008. Porque no sólo se trata de los muy famosos, sino de todos aquellos que han llevado, o llevan a cabo esas conductas, tan perseguidas hoy en la sociedad, pero tan consentidas e incluso admiradas hasta no hace tanto.

No necesitan amigos en el infierno, quienes han apostado, y apuesten, por la honestidad, la verdad, la integridad, el esfuerzo, el honor o el prestigio. Por este camino no hay atajos, ni logros fáciles, pero si habrá mucha paz y mucho bien. Quienes estén más cerca de todo lo relacionado con las finanzas y el poder, en sus múltiples manifestaciones, no sólo las profesionales, deben ser aún más cuidadosos, porque están más cerca del peligro. ¿Qué peligro? muy sencillo, que el fin justifique los medios. Ese es el gran peligro, en el que muchos caen, para no encontrar forma de remontar, ni salir del infierno al que ello puede llevarles, sean empresas, personas, organizaciones etc…

Todas las demandas, que de forma unánime, se necesitan para la regeneración financiera, política y social, pasan por compromisos personales de cambio, mejora o mayor implicación, de la gran mayoría de los ciudadanos. El optimismo y la esperanza de que ello es posible, está dentro de cada una de nuestras mentes y nuestro espíritu, nunca fuera.

Ahora nos toca aplicar lo que Einstein tan brillantemente decía: “ Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. El progreso y los avances en la sociedad, al igual que en las vidas personales, siempre se han producido, tras el renacer que supone dejar atrás las miserias y conducta reprobables, para adentrarse en otras más constructivas y edificantes.