Antes de que acaben las Fiestas Navideñas con la llegada de los Reyes Magos y entremos de lleno en la vorágine del nuevo año, no está demás, pararse a pensar seriamente en nuestros propósitos para 2015.

Este ejercicio subyace en la idea de llevar a la práctica determinados cambios que nos ayuden a mejorar, tanto a nivel personal como profesional. Posiblemente estas fechas, junto con el verano, son los momentos más apropiados, puesto que tenemos la oportunidad de bajar nuestra actividad diaria, para dedicarla a la reflexión personal. No hacerlo puede conllevar que las rutinas se hagan cada día más insoportables, o que la falta de sentido de lo que hacemos, nos lleve a bajar el rendimiento. Si todo ello sucede, sin duda nuestras vidas podrán empeorar sustancialmente, cuando posiblemente haya estado en nuestras manos el evitarlo.

El momento para las reflexiones es realmente propicio, porque los cambios que se están imponiendo en todo lo que nos rodea, nos está afectando de una manera u otra. Los seres humanos deberíamos evitar convertirnos en zombis permanentes, fácilmente manipulables por el consumo, la demagogia ramplona y poco elaborada, así como por nuestras pasiones, miedos o imperfecciones. Siempre tenemos cosas que mejorar en nuestras vidas, y el comienzo de año es muy apropiado para ponernos metas ambiciosas, pero conseguibles. Los clásicos ya sabemos que son: dejar de fumar, hacer más deporte, gastar menos etc…

Aunque todo eso está muy bien, tal vez debamos exigirnos algo más. Los padres, los hijos y las personas en general, están descubriendo que las relaciones personales son más complejas y heterogéneas de lo que lo eran hace 30 años. Esa realidad exige unos mayores conocimientos de temas psicológicos o espirituales, que ayuden a entendernos mejor y respetarnos más. En los asuntos financieros, un año más, la educación y la cultura financiera necesita de mucha atención. De ahí que el estudio sobre esas cuestiones, así como cambiar la forma de invertir y los profesionales con los que se trabaja, resulta imprescindible, si en el último año no hemos avanzado en nuestros conocimientos financieros y en el control de lo que sucede con nuestro ahorro o inversión.

La cambiante realidad del mundo de la empresa exige una formación continua, muy superior a la que hasta ahora se precisaba. Por tanto, detectar nuestras debilidades e intentar superarlas, es un asunto de vital importancia. Los cambios que están provocando las nuevas tecnologías, las exigencias de los consumidores y los mercados globales, están abriendo muchas oportunidades para aquellos que están atentos y dispuestos para aprovecharlas. Quienes esperen pasivos a que los cambios lleguen a sus vidas, sin esfuerzo y planificación, lo que encontrarán será la frustración de ver cómo cambia todo su entorno, mientras que sus aspiraciones y anhelos siguen anclados.

Feliz 2015 y que todo el esfuerzo que supongan los cambios para mejorar sus vidas, den mucho fruto, porque bien merecido lo tendrán.