El Gobierno está inmerso en la elaboración de los Presupuestos Generales del Estado para 2014, con mayor tranquilidad que años anteriores, pero veremos si con mayor eficiencia. Ha llegado el momento de comprobar lo que realmente importa en las cuentas del reino.
La salida de la recesión, así como la estabilización del desempleo, allana el trabajo en la elaboración de las cuentas para el año próximo. En principio no vamos a sufrir subidas de impuestos, aunque los funcionarios volverán a ver congelados sus sueldos, las pensiones ya no se van a referenciar al IPC y no habrá grandes recortes. El Gobierno cuenta con ingresar más por los impuestos, sin subirlos, gracias a la mejora económica. En la parte de gastos no tienen intención de apretarse demasiado el cinturón.

Tal vez sea porque, según ellos, ya casi no hay margen de maniobra, aunque todos sabemos que realmente lo hay. Las peleas intestinas con varias Comunidades Autónomas, sus prebendas y “jueguecitos políticos”, nos están saliendo muy caros. Veremos si el Gobierno muestra la entereza y responsabilidad que el conjunto de España necesita.

En cuanto a los gastos que se van a mantener, esperemos que la investigación y el apoyo al desarrollo de las empresas sean prioridad, así como otros asuntos que se consideran gasto productivo, con exigencias de eficiencia y no de clientismo a las ayudas públicas, que tan mal resultado nos han dado en el pasado.

Por otro lado, los ciudadanos también debemos darnos cuenta, que igual que el Gobierno prepara sus presupuestos, o las empresas estudian sus planes estratégicos y previsiones para el año próximo, cada familia debe preparar los suyos. Una familia que no hace un plan organizado de los ingresos y gastos que va a tener, tarde o temprano tendrá una economía doméstica descontrolada, que le puede llevar a la bancarrota.

Los presupuestos se deben preparar antes de comenzar el año nuevo, e irlos revisando cada mes, para que no se produzcan desviaciones. Cuidado con el apartado de gastos, que suele ser el más complejo de gestionar. No olvidemos dentro de éste, tener en cuenta el ahorro y algunos seguros que nos protejan de imprevistos, que puedan suponer un quebranto grave para los ingresos o gastos familiares.

Esta disciplinada labor de hacer el presupuesto familiar, se debe exigir a los niños y jóvenes de la casa, para que vayan cogiendo en hábito, al tiempo que empiecen a darle valor a sus pagas o propinas. Si los niños o jóvenes se creen que viven de subvenciones familiares y que pueden gastar sin control, la familia puede tener un grave problema en el presente, y ellos sin ninguna duda en el futuro.

Por tanto ánimo, nos quedan tres meses para hacer nuestros presupuestos personales. El Gobierno hará lo propio y que “ Dios reparta suerte”. En cualquier caso el escenario es menos tenebroso que en legislaturas pasadas.