El mercado inmobiliario ha sido tradicionalmente el refugio de buena parte de los ahorradores, aunque la crisis financiera de 2008, ha hecho cambiar la percepción en varios sentidos.

Lo primero que debemos tener muy presente es el hecho de que la crisis financiera y económica que estalló en 2008, tuvo su origen en el mercado inmobiliario americano y en concreto en hipotecas que no se podían pagar, que se habían convertido en activos financieros que circulaban por todos los rincones del mundo y que se llevó por delante los ahorros de muchas personas.

Efectos colaterales fueron las quiebras de familias y empresas, ante la falta de liquidez y el exceso de inmuebles en sus patrimonios. El primero de los aprendizajes fue que los inmuebles tienen como principal inconveniente, la falta o escasa liquidez, es decir, que no se pueden convertir en dinero en efectivo fácilmente, lo que puede provocar situaciones realmente desesperadas, cuando llegan los pagos comprometidos y no hay liquidez para hacerles frente.

El segundo de los aprendizajes ha sido que si no se tiene claro que se puede pagar una vivienda, es mejor alquilarla. El tercero ha sido que tener dinero  y protegerlo, es un objetivo principal, para los que deseen gozar de buena salud financiera.

Tras varios años de sequía en los mercados inmobiliarios, en los últimos se ha visto reactivado, al mismo tiempo que el crecimiento de la economía de nuestro país. No obstante, la mayor actividad se encuentra en operaciones de grandes inversores, en oficinas, centros comerciales y hoteles.

En la actualidad ya están cogiéndoles el relevo las viviendas de alquiler, porque aunque se compran viviendas, en muchos casos resulta más atractivo el alquiler inicial y una posible compra posteriormente, cuando se tenga más claro que se puede pagar el inmueble. Por ello las Socimis (Sociedades cotizadas anónimas de inversión en el Mercado Inmobiliario) que cotizan en el MAB, están siendo muy bien acogidas por los inversores como una buena oportunidad.

A través de ellas, pueden invertir en el mercado inmobiliario, teniendo la liquidez del mercado de capitales y la rentabilidad que pueden generar los negocios inmobiliarios bien gestionados. Los inversores interesados, deben poner especial atención en conocer bien el proyecto en el que van a invertir y hacerle seguimiento durante el periodo que se desea apostar por ello, que tratándose de temas inmobiliarios, lo recomendable es pensar en más de 4 ó 5 años, aunque se puedan deshacer posiciones cuando se desee.

La trampa en la que pueden caer algunos inversores, tras la reactivación del mercado inmobiliario, es volver a cometer los errores del pasado, si compran inmuebles por sus atractivos precios, pero con ello provocan un desequilibrio patrimonial que les pueda provocar tensiones de liquidez o quiebras futuras.

De ahí, que una buena planificación patrimonial, debe llevar a hacer un estudio de la situación patrimonial concreta, para ver si se está en disposición de comprar o no, buscando la mayor diversificación posible de activos. También hay que tener presente que una buena planificación hereditaria puede llegar a recomendar la venta de inmuebles y la inversión de esa liquidez, a través de fondos de inversión de gestión activa, con gestoras nacionales independientes o internacionales. Con ello se garantizarán que los herederos tendrán liquidez para pagar los impuestos y gastos a los que deberán hacer frente, evitando que en muchos casos no puedan aceptar la herencia por falta de efectivo. Al mismo tiempo ahorrarán impuestos, al quedar exentas las plusvalías que dichos fondos pueden acumular sin ser rescatados y permitirán una mayor eficiencia financiero fiscal.

Por tanto cuidado, que los errores del pasado, sirvan para evitar desastres futuros, pero analicemos todas las alternativas, para aprovechar todas las alternativas que se nos presenten, si encajan en la planificación patrimonial que se haya llevado a cabo.