La preocupación sobre las pensiones es un tema recurrente, para determinado segmento de nuestra sociedad, que se suele enmarcar entre los que ya las reciben y los que esperan recibirlas.

Para los primeros, la preocupación en épocas de crisis, o según quien vaya a llegar al poder, es si se seguirán pagando o si subirán al ritmo que “sube la vida”. Así se expresaba en años pasados, las crecientes tasas de inflación anual. En los últimos años como la tasa es negativa, lo que preocupa más, es si el sistema de pensiones público corre peligro, así como las cuantías que se cobrarán en el futuro y cuantos años de cotización deberán tenerse, para poder tener derecho a ellas. Un país perteneciente a la Zona Euro no debe temer por sus pensiones actuales, salvo alguna catástrofe financiera, que nadie tiene en mente.

Que el sistema actual de pensiones está abocado a su precariedad, es una realidad, que ya se constata, por la dificultades que tiene el Gobierno para llegar a los pagos comprometidos cada mes. Se acabó aquello de tener la caja de la seguridad social a rebosar, para que algunos utilizasen esos recursos para otros destinos. La pirámide poblacional será muy invertida, lo que supondrá que serán más numerosos los que reciban prestación que los que la paguen. Ello ya está obligando a realizar reformas en el sistema de pensiones, para alargar los años de cotización, retrasar la fecha de jubilación y reducir los importes que se percibirán.

Ante lo que ya es una realidad, que verán concretada quienes se jubilen en las próximas décadas, cada es mayor la concienciación social, de ahorrar para el futuro. Para hacerlo hay muchos vehículos de inversión, para adaptarlos a las situación fiscal de cada persona, así como a su capacidad de ahorro o circunstancias personales en cada momento. Los planes de pensiones, los fondos de inversión e incluso la propia vivienda, serán posiblemente los más utilizados. Todos ellos tienes sus ventajas e inconvenientes, de ahí que lo que es recomendable para unas personas, no lo es para otras. En este asunto, un buen asesoramiento independiente, para realizar una planificación patrimonial encaminada a ello, sin duda es el mejor camino.

Con los datos que veíamos esta semana en la prensa, los planes de pensiones mundiales, ya alcanzan los 15 billones de dólares, a cierre del ejercicio pasado, es decir, unas 15 veces el presupuesto de nuestro país. Se estima que los 300 planes de pensiones más grandes del mundo, tienen casi la mitad de ese importe. Como sabemos, EEUU, Japón y varios países de Latinoamérica, son de los más activos en este tipo de productos.

En nuestro país, la gran mayoría de quienes lo tienen, lo han hecho por motivos fiscales, sobre todo en las aportaciones, de ahí que sea la recta final del año, en la que más aumenta su volumen. El rescate suele causar daños fiscales importantes a muchos inversores, porque se suele hacer de forma precipitada a la jubilación, sin un estudio previo, para analizar el impacto fiscal según las distintas modalidades, de ahí que siempre se hace muchas advertencias a los partícipes de planes de pensiones, para que tengan un buen asesoramiento fiscal, antes de rescatar. Este tema cobra especial relevancia en la actualidad, teniendo en cuenta la reforma fiscal de nuestro país, sobre todo para quienes tienen aportaciones anteriores a 2006 y que ya están jubilados, para sacar el mayor partido a la deducción del 40% de las cantidades aportadas hasta esta fecha, junto con las plusvalías que podrían tener acumuladas hasta el momento del rescate.

Por todo ello sugerimos llevar a cabo estudios individualizados, tanto para las aportaciones como los rescates, para tener la certeza de que se han analizado todas las alternativas posibles, eligiendo la mejor para cada caso concreto.