Parece osado querer hablar de las bondades del último mes de este año, en el que parece que los ánimos están congelados, como la climatología de los países nórdicos y zonas como la nuestra. No obstante vamos a argumentar algunas razones por las cuales deberíamos hacer un esfuerzo en esta recta final del año.

La primera y más importante es, que estamos vivos. Puede que alguno no esté de acuerdo, pero tal vez será porque enfoca la importancia de las cosas en la dirección opuesta. No necesito decirles que si no estamos vivos, no hay nada que hacer. Se trata de ajustar el enfoque de las cosas, si ello fuera preciso, para valorarlas con realismo, pero aderezado de esperanza y optimismo.

Diciembre es el mes en el que se hace el balance del año, no sólo desde el punto de vista personal, sino también desde el económico. En este terreno poco se puede hacer, porque el margen de maniobra tanto para empresas como para los particulares, es muy pequeño. Para la gran mayoría los resultados son malos, pero para una minoría no va a ser así. Incluso en estos momentos hay empresas que van a cerrar su mejor año, y personas que harán lo propio. Por supuesto son los menos, pero no está de más fijarse en ellos para saber que están haciendo bien, e intentar seguir sus pasos.

Para los que no tienen un balance positivo del año, desde el punto de vista estrictamente económico, tal vez deban enfocar el resultado desde el punto de vista del esfuerzo, el ánimo y la lucha. Si la puntuación en estos aspectos es alta, deben sentirse orgullosos, porque ese es el camino certero para los logros, incluso los económicos. Los que no puedan encontrar ni eso positivo, que mantengan la esperanza de que pueden cambiar la forma de pensar y de actuar, para llegar al diciembre del año próximo con unos resultados mucho mejores.

La economía española va a llegar a fin de año con recesión, pero con el inicio de una serie de cambios estructurales, que a medio, y sobre todo, a largo plazo darán muy buenos resultados. El más importante sin duda es la hoja de ruta que permitirá recuperar la confianza de los inversores y nuestros socios comunitarios, de que somos un país dispuesto a asumir sacrificios importantes, con la esperanza de conseguir los ambiciosos planes de mejora para nuestro futuro.

Algunas buenas noticias apuntan que el balance conjunto del año no todo será malo. Por ejemplo sabemos que los inversores extranjeros vuelven a confiar en España desde que Mario Draghi decidiese este verano no dejar caer a la Zona Euro bajo ningún concepto. Ello ha provocado que los inversores internacionales comprasen 21.000 millones, deteniéndose así las ventas de deuda española

También tenemos que resaltar que han mejorado las exportaciones, que la competitividad va ganando posiciones, que el endeudamiento de particulares y empresas se está reduciendo, y que ya la gran mayoría de los ciudadanos es consciente de que la realidad dura, por lo que habrá que prepararse para salir con mucho esfuerzo. Esta preparación psicológica para soportar sacrificios e intentar avanzar, es sin duda un gran aliado para la recuperación.

Cómo decimos a menudo, el tiempo pasa muy rápido, por eso no debemos angustiarnos demasiado, porque hasta lo más doloroso lo cura el tiempo, si le ayudamos intentando dar prioridad a lo bueno que tenemos en nuestras vidas, dejando que ello alivie lo que nos oprime y angustia. El hacer este ejercicio psicológico no es fácil, pero  nada de lo que es bueno para nosotros se encuentra en la categoría de lo fácil. Dónde si  lo está  es en nuestra férrea voluntad, que esa sí que es una cuestión personal de cada uno, lo que nos hace responsables y al mismo tiempo libres.