La gran mayoría de los seres humanos no quieren que se les mienta, ni con la tan socorrida mentira piadosa, y mucho menos si de asuntos financieros se trata.

Esta afirmación, en muchas ocasiones, no es tenida en cuenta por los profesionales que trabajan en el mundo financiero, bien sea porque consideran “tonto” a su interlocutor, es decir, incapaz de entender nada sobre finanzas, o porque quieren llevarlo a su terreno, para que acepte productos o servicios financieros, que posiblemente no le convienen o que ponen en riesgo su patrimonio. Ante esta práctica, más habitual de lo que debería, el inversor debe protegerse con su educación financiera, así como la independencia y la transparencia, de su interlocutor financiero.

Los intereses deben estar alineados, es decir, que ambos ganan o pierden al mismo tiempo. Si el intermediario financiero traslada sus riesgos al cliente, ahí nunca los intereses están alineados, sino enfrentados, porque el inversor está asumiendo riesgos propios, de quien le solicita su confianza, algo que hay que evitar a todas luces, porque la posición se debilita y las probabilidades de quebranto económico grave, aumentan sustancialmente.

Cuando los mercados financieros sufren caídas como las que estamos viendo en los últimos meses, la mentira o el silencio son un recurso utilizado por muchos profesionales financieros. En los momentos convulsos y confusos, es cuando el inversor puede distinguir con mayor claridad, en qué profesionales puede confiar, algo sin duda decisivo, para el éxito o fracaso de los asuntos financieros personales o familiares.

Comúnmente, no se considera buen médico al que miente a un paciente, por no herirle o por no saber cómo hacer frente a la enfermedad que padece. Con las finanzas sucede lo mismo. Sólo los profesionales que explican la situación tal cual es, tras un análisis riguroso e independiente, así como las medidas que hay que adoptar según el escenario que se vaya produciendo, son los que realmente merecen la confianza.

Aunque resulte frustrante, ver el impacto que están sufriendo los activos financieros, ante la complejidad de la situación económica mundial, los inversores deben aprovechar la innegable oportunidad que supone, el poder detectar si los profesionales del mundo financiero en los que confía, realmente son dignos de tal honor, o deben cambiar inmediatamente, como el que detecta que su médico es más un peligro para su salud, que el remedio para sus males.

Los asuntos financieros siempre requieren de esfuerzo y atención, bien sea porque son escasos, lo que nos lleva a protegerlos con más celo e intentar aumentarlos, o porque siendo abundantes, una mala planificación y despreocupación, pueden convertirlos en cenizas.

Como inversoresdebemos exigir la verdad siempre, aunque en algunos casos la necesitemos con algún edulcorante, pero nunca aceptar la mentira, porque estaremos destinados a sufrir daños económicos muy cuantiosos.