La afirmación de que los puestos de enorme responsabilidad, conllevan un alto grado de soledad, se está aplicando de forma contundente, a la situación por la que atraviesa el Presidente del Gobierno, en estas últimas semanas.

Todo líder o emprendedor siente esa sensación de soledad ante la toma de decisiones, casi de forma permanente, no obstante hay momentos realmente críticos, en los que se hace más notoria esa situación. Ese es el punto en el que se encuentra el Presidente del Gobierno. Las críticas y la impopularidad le llueven por doquier, pero él sigue pidiendo paciencia y confianza en su hoja de ruta, aplicada por convicciones personales muy contundentes, sin ningún tipo de temor a las consecuencias personales que ello le pueda acarrear, lo que le concede una enorme autoridad moral, incluso con los errores que pueda cometer.

No olvidemos que la gran mayoría de los políticos toman decisiones para contar con el favor del “respetable”, y conseguir con ello los votos suficientes que les permitan seguir en el cargo. El bienestar de los ciudadanos y su futuro no suele ser prioridad, y tanto menos, cuanto más ponga en juego su permanencia en el puesto, por la impopularidad que las medidas a tomar, puedan suponer.

El Presidente del Gobierno ha llegado sin hacer demasiados cálculos en ese sentido, a tenor de la realidad en la que vivimos cada día. La crítica situación política, económica y social que vive nuestro país, hace que la toma de decisiones sea realmente compleja, porque los efectos colaterales son inevitables en cada dirección que se elija. Los toros desde la barrera siempre son muy fáciles de torear, que cuando bajas a la plaza y te juegas la vida, donde las cosas se ven de manera distinta.

La responsabilidad de su cargo le permite, incluso le exige, que arriesgue todo lo que tiene, apostando por lo que cree que es mejor para los ciudadanos. El tiempo le dará o le quitará la razón, pero es su obligación, para eso le han votado. Lo que tampoco puede esperar, y seguro que no lo hace, es que los ciudadanos le aplaudan por subir impuestos, hacer recortes en todas direcciones y poner patas arriba el país. Todo lo que está sucediendo, está en el guion.

La realidad es que hace un año todos pensábamos que nuestro país sería rescatado, y ya casi no nos acordamos de cuando la prima de riesgo estaba por encima de los 600 puntos básicos, ahora que la tenemos por debajo de 300. Tampoco recordamos que pensábamos que nos iríamos a los infiernos, y ahora la gran mayoría siente que está en el purgatorio. Que sigue siendo muy doloroso, pero que da una opción para irnos al Cielo.

La presión más fuerte que está recibiendo en Presidente del Gobierno, tanto en nuestro país, como el Banco Central Europeo e incluso desde Bruselas, es para que baje los impuestos tan altos que tenemos. Posiblemente esa presión surta efecto, si considera que los datos empiezan a ser favorables, y el BCE, Bruselas y Alemania, ceden posturas tomando medidas para reactivar las economías, al tiempo que se ayude a la financiación de las pymes.

Dar marcha atrás para tener que volver a subirlos si las cosas se ponen mal, no entra claramente en su hoja de ruta. Sin duda resulta doloroso para los ciudadanos soportar tanta carga impositiva, pero si finalmente nuestra economía sale adelante, más fortalecida que antes de la crisis, los ciudadanos lo olvidarán, porque tenemos una memoria realmente corta.

Si por el contrario, la estrategia no le sale bien al Presidente, sigue instalado en la soledad de las decisiones más contundentes e impopulares, y la economía no avanza, las urnas le castigarán sin piedad. Si lo sometiésemos a un cálculo de probabilidades, podríamos decir que tiene muchas de que la estrategia le salga bien.

El Banco Central Europeo ya ha cedido bajando tipos, Alemania le ve las orejas al lobo de la recesión, y el paro en el conjunto de la Zona Euro exige medidas de estímulo, más pronto que tarde. Todo esto unido a la mejora de otras economías como la japonesa o la americana, hacen pensar que no es tan descabellado lo que está haciendo, aunque a priori lo parezca. Desde luego tendrá que seguir avanzando en reformas muy importantes, y posiblemente bajará impuestos antes de lo que ha dicho, pero esto sería una gran noticia, si no es un signo de debilidad al ceder, sino porque tiene claro que nuestra economía y nuestro bienestar futuro lo permiten.