El año 2016 ha comenzado haciendo historia y no precisamente, de la que guardarán con entusiasmo ni los libros de historia ni la memoria de los inversores.

Los bandazos del mercado financiero chino, su menor actividad manufacturera, los enfrentamientos entre Arabia Saudí e Irán, así como la teórica exitosa prueba de Corea del Norte, con la bomba de hidrógeno, nos han hecho volver a la realidad, como quien cae a una piscina helada, tras estar tumbado al sol en cualquier paradisíaca playa.

En fin, este es el complejo y alocado mundo en el que vivimos, al que tendremos que ir acostumbrándonos, no a base de lamentaciones, sino de estudio, análisis y nuevos comportamientos, que es como ha evolucionado el ser humano a lo largo de su historia. Aquellos que no estén capacitados y no tengan la voluntad de adaptarse, irán desapareciendo, de una manera u otra, porque estos vertiginosos movimientos, con acontecimientos interconectados que impactan en todos los rincones del planeta, es lo que nos va a ir sucediendo constantemente.

La segunda economía del mundo, es decir, la China, quiere llegar a ser la primera. Para ello tendrán que desbancar a la todopoderosa economía americana, por lo que tendrán que ir pasando del sistema comunista e intervencionista que llevan en su ADN, a uno de libre mercado y capitalista. Esta afirmación es fácil hacerla en el papel, pero en la práctica es de una complejidad extraordinaria, de ahí la dificultad para interpretar con exactitud, hacia dónde camina China y como va a influir eso en el resto de los jugadores internacionales.

Si la situación internacional parece compleja, que vamos a decir de la situación política doméstica. Cataluña está en un proceso de deterioro social y económico, orquestado desde el ámbito político, que sufrirán duramente en sus carnes, las generaciones futuras, porque ese tipo de políticas trasnochadas, ya sabemos que nunca han generado riqueza, para la mayoría de quienes tienen que soportarlas. Los libros de historia pasada y los ejemplos en Latinoamérica recientes, son ejemplos claros.

Para el conjunto de España, los próximos meses serán decisivos, desde el punto de vista económico. Sin estabilidad política no hay certidumbre, sin ésta no hay confianza y sin confianza no hay inversiones. A partir de aquí llega o aumenta el desempleo, las quiebras de familias y empresas, el descontento social y todo lo que bien conocemos, porque de allí venimos, y si nadie lo remedia, hacia allí nos llevan, las mismas ideologías que lo provocaron.

Lo de menos es como se llaman y las mentiras que cuentan para seducir al desesperado público, el final del libro está escrito y no será una comedia sino una drama. Veremos si se le puede dar la vuelta al final, pero para ello necesitaremos un milagro que recuerde a la clase política en general, que el interés real por los ciudadanos, es lo que debe primar. Para eso les pagamos con nuestros impuestos, que salen de nuestro trabajo diario.

En los mercados financieros tendremos que acostumbrarnos para la volatilidad en 2016, que ya ha empezado entrenándonos para ello.