Que a los mercados les gusta mucho que el presidente del Banco Central Europeo les confirme que la máquina va a aumentar su producción de billetes, es algo innegable.

Si nos remontamos a comienzos de diciembre del año pasado, todos recordaremos lo mal que se lo tomaron los mercados, cuando anunció que no aumentaría la ayuda cuantitativa, sino que se limitaría a alargar el plazo, hasta marzo de 2017. Las caídas de los mercados no se dejaron esperar. Ahora, su anuncio de que en marzo llevaría a cabo ese aumento, negado hace poco más de un mes, les ha devuelto las ganas de subir, sin tener en cuenta que los economistas, casi de forma generalizada, consideran que no servirá para solucionar los problemas y que incluso agrandará otros a medio plazo.

El mercado y mucho menos los gobiernos afectados, no quieren tener en cuentas sus reiteradas peticiones de que se hagan las reformas estructurales necesarias para que las economías de la Zona Euro se fortalezcan y superen sus desequilibrios, dado que la política monetaria sólo sirve para ganar tiempo.

Cuando se observa este comportamiento de los mercados, es inevitable compararlo con el “mono” que provoca cualquier adicción en aquellos que tiene atrapados, cuando les falta lo que se la produce. Cuando la víctima está a punto del colapso le suministran una nueva dosis, con ello se recupera momentáneamente, pero si no pone en práctica medidas serias para volver a la normalidad, ¿ que pasará cuando las nuevas dosis dejen de hacer su efecto? . Para cualquier caso de la vida real, sabemos que el final es bastante trágico. Con los asuntos económicos que nos ocupan, desafortunadamente, parece que vamos por ese camino, si los distintos gobiernos no lo remedian. ¿Qué pasará si el petróleo y los tipos de interés repuntan?. En algún momento lo harán, es la ley del péndulo. Para entonces, los países, cuyos gobernantes se hayan comportado como “cigarras”, lo pagarán muy caro y los que se comporten como trabajadoras y responsables “hormigas”, tendrán alimentos en el invierno.

El lugar hacia el que se encamina España, aunque incierto, no apunta demasiado bien. Las “cigarras” quieren hacerse con el poder y si lo consiguen, ahora o tras unas elecciones anticipadas, desde Bruselas van a tener que emplearse a fondo, para conseguir que trabajen por el bien de los españoles y del resto de los europeos.

Por lo pronto ya tenemos muchas inversiones paralizadas, las empresas despidiendo gente, por si llegue una reforma laboral desfavorable, los socios de las Sicav pensando llevarse el dinero a Luxemburgo etc… Con todo ello, y por mucho que los informes digan que este año la economía seguirá creciendo con brío,los daños los empezaremos a notar a partir de 2017, cuando ya se haya pasado el efecto del petróleo y los tipos bajos.

Ya sabemos que nuestro país no necesita enemigos, porque el mayor está dentro de nuestras fronteras. También nuestro mayor aliado lo está, como hemos demostrado multitud de veces, sacando adelante nuestra maltrecha economía. La duda que hay en estos momentos es si el número de enemigos supera al de aliados, lo que hará que nuestras posibilidades de mejora, se vean seriamente amenazadas. Los próximos meses se irá despejando esta nueva incógnita, que ha frenado en seco la velocidad de crucero que habíamos iniciado, como por otro lado, estaba previsto.