El presidente del Gobierno va explicando, en todos los foros, la buena situación en la que se encuentra la economía española, apoyado en los datos macro económicos de cierre de 2014, así como las previsiones de crecimiento para 2015.

A estas alturas, ya nadie duda de que España ha hecho un enorme sacrificio para evitar ser intervenida y sacar adelante la economía, en una de los situaciones más complejas que se recuerdan. Por tanto no es exagerado afirmar que hemos superado lo peor de la crisis y que hemos comenzado una nueva senda, con una posición de privilegio, respecto a países vecinos como Italia o Francia, que ahora van con retraso y con un marcaje cercano de Bruselas. La sensación en la calle también es distinta, y las fiestas navideñas son un termómetro muy fiable, posiblemente más que las encuestas de confianza. En las exigencias de los ciudadanos, siempre estaremos en una mala situación, como lo demostraban las quejas en los años de dispendio y dinero fácil, por doquier.

Los indicadores que nunca fallan son los de consumo y el empleo, porque van de la mano. Si las personas creen que mantendrán sus puestos de trabajo o que lo encontrarán en breve, son más proclives al consumo que a la inversa, con auténticos actos reflejos. Todos esperan mucho de estas fiestas. De ahí que se hayan generalizado las ayudas a la financiación del consumo y que los primeros datos apuntan a que está funcionando. Por lo que el presidente del Gobierno ha hablado de las Navidades de la recuperación, como un deseo que espera se haga realidad, cuando lleguemos a primeros de 2015 y se pongan sobre la mesa los datos de consumo.

Aunque así sea, lo cierto es que hablar de que la crisis es historia, parece un poco prematuro. Que “el paciente” está mejor es un hecho, pero que puede recaer es una realidad, que dependerá de lo que políticamente suceda el año próximo, así como de la evolución del crecimiento conjunto de la Zona Euro. El susto que está dando Grecia a los mercados, demuestra que tenemos demasiados frentes abiertos, de incierto resultado y por tanto de imprevisibles consecuencias. Mirando a nuestro alrededor, al margen de los asuntos domésticos, tendremos que estar muy atentos a China, Japón o Rusia, así como al Banco Central Europeo, que no tiene una salida fácil al problema de qué hacer ante el bajo crecimiento económico.

Todo esto nos posiciona para terminar el año sin demasiada complacencia, con las alertas puestas por si acaso y con la esperanza de que los mercados puedan retomar el ansiado rally alcista, que cuando ya lo creíamos consolidado, se ha llevado Grecia por delante, en buena parte. Dado que el asunto de Grecia no se resolverá definitivamente hasta el día 29, la incertidumbre nos acompañará hasta las últimas horas del año, lo que garantiza la emoción, aunque la gran mayoría de los gestores ya hayan cerrado sus carteras y sólo les quede comprobar cómo va a ser el balance final, sin tener la certeza del resultado, hasta que cierren los mercados en la última sesión del año.