El Ministro Luis de Guindos ha sonreído esta semana, cuando el Eurogrupo le ha confirmado que el rescate financiero, que comenzó en julio de 2012, terminará en enero de 2014. Los más de 40.000 millones que recibimos, deberán ser devueltos en un plazo máximo de 15 años.

Ahora que ya tiene este asunto resuelto, y que la economía está creciendo, le toca seguir poniendo en práctica las exigencias de ajustes para 2014, que deberán recogerse en los presupuestos que se aprobarán antes de final de año.

Aunque hemos avanzado mucho y el rescate financiero está a punto de finalizar, lo que seguirá haciendo el Eurogrupo es un marcaje cercano a la política económica del Gobierno, con dos controles anuales hasta el año 2026. Eso viene a decir, que no importa que partido se siente en el poder durante todo este tiempo, porque la política económica deberá ser continuista con las exigencias de Bruselas, lo que nos ayudará mucho al conjunto de los españoles, porque no podrán volver a ponerse en práctica políticas autodestructivas, sin que caiga sobre ellos la ira del Eurogrupo y de los mercados financieros.

Como todos sabemos, el dinero del rescate se fue a manos de ocho entidades financieras españolas, que ahora están nacionalizadas y en fuertes procesos de reestructuración, que buscan su viabilidad para el futuro. En un sálvese quien pueda, las entidades financieras se han llevado por delante el ahorro de muchos clientes y accionistas, así como el negocio de muchas empresas, que se han visto asfixiadas por la falta de crédito para sobrevivir.

La dramática situación que ha provocado el sistema bancario en la economía española y en la gran mayoría de los ciudadanos, le va a salir muy caro, en lo único que tiene valor a largo plazo en el mundo financiero. Hablamos de la confianza. Una palabra refleja fielmente lo que todos aspiramos a tener de los demás, pero que a largo plazo sólo mantienen los que se la merecen. No importa si hablamos de negocios o de asuntos personales. La confianza es lo que construye y mantiene los pilares fundamentales de la sociedad.

La banca ha dejado muy claro la amenaza que supone para los ciudadanos, al tener intereses enfrentados, al tiempo que ha estado protegida por el Estado, lo que ha provocado daños en quienes no deberían haberlo pagado. Nadie duda de la utilidad de su actividad para la economía, tanto en el pasado como lo será en el futuro. Lo que realmente se debe controlar, es su abuso de poder ante la indefensión de los ciudadanos por su escasa cultura financiera, junto con la connivencia y complicidad que ha tenido con los centros de poder político y empresarial de nuestro país. Todo esto nos ha llevado a que hayamos vivido bajo un sistema feudal, del “el señor y los vasallos”, bajo una forma democrática que parecía dar legitimidad a todas las irregularidades que se han cometido durante décadas.

Pues bien, la banca ya no volverá a ser lo que fue. Los controles europeos y el riesgo sistémico, les impondrán un freno que hasta ahora no tenían. La gran mayoría ciudadanos no volverán a confiar ingenuamente en ellos y perderán buena parte del poder que hasta ahora habían acumulado. Que así sea, y que se ponga cordura a tanto abuso generalizado.