La caída de las exportaciones, la producción industrial y las ventas minoristas en China, aumentan las dudas sobre la situación de su economía. Todo ello está provocando salidas de capital, que a su vez se refugian en el yen, fortaleciendo la divisa y provocando recortes superiores al 3% en el índice Nikkei. Por su parte el precio del cobre se está siguiendo con mucho detenimiento, de ahí que su caída del 8% en la última semana, se esté interpretando como una desaceleración del mundo emergente, que por otro lado ya se estaba esperando que se produjese.
En España la inflación se ha situado en el 0,0% durante el mes de febrero, tras bajar dos décimas, en lo que supone su nivel más bajo desde 1961. Dicha caída se produce por la caída del precio de los carburantes de un 1,8% y por la estabilización de los precios de los medicamentos y productos farmacéuticos. Por el contrario, las frutas y pescados han subido en torno a un 7%, mientras que la leche lo ha hecho en casi un 5%. La parte positiva de una inflación en esos niveles es la mejora de la competitividad, mientras que en la negativa nos encontramos que el desapalancamiento o reducción de la deuda de las familias y empresas españolas, se ve perjudicada, al no reducirse apenas el importe total que tienen que devolver. No olvidemos que el efecto de la inflación en el dinero es una reducción de su valor, que en el ahorro se traduce en tener que obtener una mayor rentabilidad, pero que en las deudas suponen devolver un importe inferior, directamente proporcional a lo que sube la inflación. También en la parte negativa tenemos que hablar del menor consumo, la menor recaudación de impuestos y la imagen de que nuestra economía aún tiene desequilibrios importantes.
Los problemas de inflación en general, están provocando que el oro se haya vuelto a convertir en un refugio, lo que está elevando su precio más de un 13% en lo que va de año, desde los mínimos alcanzados el año pasado.
El Gobierno ya tiene en sus manos el informe del comité de expertos sobre la reforma fiscal, que debe redistribuir correctamente los impuestos que pagamos, pero sin reducir lo que Hacienda recauda, porque no están las arcas públicas para tanta generosidad. Montoro se ha comprometido a presentar la reforma antes del final de la primavera, es decir, antes de finales de junio. Se espera que después de las elecciones de mayo, ya se vayan conociendo las líneas maestras. Todo apunta a que los inmuebles van a ser gravados con mayores cuantías, que las clases medias vean aligerada su carga en el IRPF, que se reduzca el impuesto de sociedades, a cambio de eliminar deducciones y que suban algunos impuestos indirectos. El Gobierno pretende recaudar más, sacando a flote buena parte de la economía sumergida. Esperemos que así sea, por el bien de todos nosotros.
A todo lo mencionado tenemos que añadir, finalmente, que el Banco Central Europeo ha comunicado al Banco de España, que no se fía de las valoraciones que la banca española hizo de los inmuebles en los test de estrés de 2012, ni los utilizados para cuantificar el rescate, ni los utilizados para traspasar determinados activos inmobiliarios de las entidades rescatadas al Sareb. Curiosamente, las entidades que hasta ahora se consideraban más sanas, pueden ser las más afectadas. De ahí que vayan a ser sometidas a nuevas evaluaciones, que pondrán contra las cuerdas el maltrecho negocio bancario de nuestro país, que a duras penas está consiguiendo encontrar las vías para hacer rentable su negocio tradicional, con las nuevas reglas de juego que está imponiendo el Banco Central Europeo.
Como vemos, el rosario de incertidumbres que se han acumulado esta semana, nos garantizan turbulencias en los mercados financieros, que son claras oportunidades de toma de posiciones, pensando en el conjunto del año, y sobre todo en la segunda mitad.