Desde hace semanas encontramos opiniones en ambos sentidos, pero la más desafortunada ha sido la de la Ministra Fátima Bañez, no por lo que ha dicho, sino porque es la que tiene bajo su cartera, un desempleo de casi cinco millones de personas.

Los Ministros Luis de Guindos y Montoro han mencionado en varias ocasiones que empezamos a tener datos mejores sobre la evolución de nuestra economía, sin que hayan sido lapidados por los medios de comunicación o la ciudadanía.Cosa bien distinta es que sea la Ministra de Empleo la que diga que ya estamos saliendo de la crisis, con un dato de empleo escalofriante, que además no tiene visos de mejorar en el corto plazo, y a lo que se une el hecho de que se pone a opinar de economía, sin ser su cartera, lo que le resta credibilidad. En otras circunstancias no hubiese sido tan grave, pero con la ciudadanía agotada por los recortes y la subida de impuestos, ha sido un auténtico chivo expiatorio. Su buena intención ,de hacer suyo algún dato económico más favorable para intentar animar a la ciudadanía, le ha salido realmente mal.

Respecto a las variopintas opiniones de si estamos saliendo realmente de la crisis o no, podríamos resumirlas en dos extremos: los políticos se afanan en crear la esperanza de que las cosas van mejorando, y los economistas no dan ninguna oportunidad a la posibilidad de que estemos saliendo de la crisis. Los primeros intentan explicar al pueblo que las duras medidas adoptadas están dando frutos, y los segundos, al igual que Santo Tomas, no dirán que la economía ha cambiado de tendencia hasta que los datos macroeconómicos lo reflejen con absoluta certeza.

Tal vez los dos tengan razón y al mismo tiempo estén equivocados. Todos están de acuerdo en que tenemos datos constatados de que los desequilibrios de nuestra economía están empezando a superarse. El endeudamiento de las familias se está reduciendo, los precios de la vivienda están cayendo y nuestra economía está recuperando competitividad frente al exterior. No es menos cierto, que los problemas persisten en el endeudamiento público, el deterioro del empleo y la falta de financiación. Con todos estos datos en ambos lados de la balanza, se trata de ver la botella medio llena o medio vacía.

Lo que también parece innegable es  la sensación de que ahora se está haciendo lo correcto, tanto por el Gobierno, al intentar poner remedio a los desajustes económicos, como por la gran mayoría de los ciudadanos, al ser conscientes de que hay que enfrentarse al futuro con sacrificios y mucho esfuerzo personal. Hasta el presidente del consejo empresarial ha mencionado que ven mejores expectativas.

Cuando un estudiante pierde uno, o varios cursos completos, como consecuencia de su falta de disciplina en el estudio y aprendizaje, al tiempo que acepta todo tipo de distracciones poco legítimas, desde el punto de vista de la  responsabilidad con sus obligaciones como estudiante, el hecho de que reconozca sus errores y comience a cambiar sus hábitos, incluso con algún pequeño aprobado, sin duda es una actitud digna de alabanza y de reconocimiento. Si el tiempo confirma que su mejoría no fue flor de un día, sino un cambio de tendencia que le lleva a recuperar los cursos perdidos, bien podemos decir, que con su primer aprobado, empezó a salir de su crisis personal, aunque tuviese algún suspenso por el camino.

Tal vez con nuestra economía suceda lo mismo y estemos realmente ante un cambio de tendencia. Aunque lleve años  ver sus frutos como:  reducción del número de parados, crecimiento económico positivo y eficiencia en las administraciones públicas, lo cierto es que  en ese momento, todos tendrán que reconocer que hubo un momento en el que empezamos a mejorar, que desde luego estará lejano en el tiempo, y que tal vez tengamos que situarlo en el presente que estamos viviendo.

Me consta que hay que utilizar una lupa muy grande y mucha fe, para pensar que estamos en ese momento crucial de nuestra economía, pero hay muchos indicios que apuntan que así es, lo que debe llenarnos de ánimo y esperanza, para seguir luchando cada día, de tal manera que cuando nos demos cuenta, los datos económicos ya serán irrefutables, sobre la salida de la crisis económica.

Finalmente, no olvidemos nunca que de todas las crisis económicas se ha salido, y esta no será una excepción. En lo que no tenemos que ser ingenuos es en pensar que todo el mundo saldrá de esta crisis y que todo volverá a ser como antes, porque casi nada será como antes. Los grandes ganadores serán los que mejor sepan adaptarse a los nuevos tiempos, aprovechando las oportunidades que van surgiendo en un mundo globalizado, en el que no podemos pensar solo en el territorio que abarca nuestro pasaporte.