Esta semana hemos conocido que en la actualidad, en nuestro país estamos con el mayor número de pensionistas de la historia, y con la retribuciones más altas, lo que empeora la débil situación de nuestro sistema de pensiones, así como su insostenibilidad para el futuro.

Casi 10 millones de personas, reciben una pensión en nuestro país, sea por un concepto u otro. El número de trabajadores está cerca de los 18 millones, lo que nos indica, que cada pensionista está soportado, por casi dos trabajadores. El gasto mensual se eleva a más de 8.000 millones, lo que supone un 35% más que lo que pagaba en 2007. También se habla de que todavía no se sabe de dónde saldrá el dinero necesario para pagar la extra del verano, porque los números no cuadran en las cuentas públicas.

La gravedad de la situación está siendo advertida, día sí y día no. Los distintos Gobiernos no han hecho gran cosa, en los últimos 20 años, para poner orden a tan importante y descontrolada realidad social. La razón fundamental es que nadie quiere ponerle el “cascabel al gato”, porque el coste político será muy importante. La manera más sencilla de ir equilibrando este problema, es el aumento del empleo de calidad y muy bien remunerado.

La mala noticia es que la situación irá empeorando, al aumentar el número de jubilaciones en los próximos años, y la falta de interés real en abordar el asunto, esperando a que le estalle a otros gobiernos, en los que muchos de los actuales miembros no estarán. Aquellos que por edad crean que van a permanecer mucho tiempo en el atractivo asunto de gobernar el país, tienen la esperanza de que no sea a ellos a quienes les estalle y si sucede, ya tienen el discurso preparado, para decir que la culpa es de otros y que ellos no pueden hacer nada.

Cuando esto suceda, quienes reciben pensiones, las seguirán cobrando, pero las nuevas generaciones no mantendrán su nivel adquisitivo de ninguna de las maneras. Esta realidad incómoda y difícil de digerir, causará más daños que la crisis financiera de 2008. Los damnificados serán muchos y los responsables los de siempre. Los representantes de lo público que no han querido pensar el bienestar futuro de la ciudadanía, sino en ganar una elecciones y mantenerse en el poder, y también serán responsables los ciudadanos que se crean que el papá Estado va a darles todo lo que necesiten para vivir como lo hacen en la actualidad. Esta irresponsabilidad es todavía mayor que la de los gobernantes, porque cada uno debe planificar sus asuntos financieros, pensando en su capacidad para generar recursos, protegerlos y hacerlos crecer. El que esperé el maná del Cielo, que ya todos sabemos que no va a llegar, que no se lamenten en el futuro, si sus falsas esperanzas, les provocan daños económicos graves y situaciones personales dramáticas.

La información es pública, real y sin marcha atrás. No habrá engaño, sino falta de responsabilidad, que a unos se les penalizará con el voto y a otros con la bancarrota.

La educación financiera, la planificación patrimonial y la productividad, así como la responsabilidad individual, son las herramientas para minimizar el impacto, cuando el sistema de pensiones estalle, que lo hará antes o después, porque todos saben que es insostenible.