El calificativo que se le da a nuestro país es de desarrollado y envejecido. Lo primero, muchos lo pondrían en duda a tenor de cómo tenemos la economía, la política y la educación, pero en lo segundo, la afirmación es irrefutable.

Los demoledores datos que ha publicado el Instituto Nacional de estadística respecto a nuestro futuro demográfico, no sólo pone los pelos de punta, sino que minimiza el problema económico que tenemos en la actualidad, aunque creamos que no hay nada más importante que nuestras preocupaciones presentes.

Aunque muchos ya habrán visto estos datos, no está de más recordarlos: en los próximos 40 años nuestro país perderá una décima parte de sus ciudadanos, a partir de 2018 habrá más defunciones que nacimientos, el 37% de los habitantes tendrá más de 64 años en 2052 y la esperanza de vida  aumenta en las mujeres hasta los 90 años y en los hombres hasta los 86. Esta no es una mala noticia, pero desde el punto de vista económico es todo un desafío, teniendo en cuenta que en 2022 se estima que por cada 10 personas en edad de trabajar habrá seis inactivas.

A partir de esos datos, todo invita a la reflexión, para que cada uno llegue a sus propias conclusiones, y lo más importante, ver como le va a afectar ese escenario, al tiempo que prepara toda su estrategia de vida personal, profesional y familiar, para esa realidad, que en mayor o menor medida se va a producir. Las personas de avanzada edad, posiblemente lo que piensen  es que no les quiten la pensión hasta el día en que fallezcan, lo que es legítimo, al tiempo que tengan la esperanza de que sus hijos y sus nietos, tengan suerte para el futuro, y sepan como enfrentarse a lo que se les avecina.

Los padres de mediana edad pensarán en ver como enfocan su futuro profesional y económico para poder tener unos ahorros que les permitan dar buena educación a sus hijos, y sobrarles un dinero para complementarlo con la exigua pensión que van a recibir.

La mayoría de los  más jóvenes no sabrán ni que pensar, dado que muchos de ellos han recibido una formación durante años de abundancia sin esfuerzo, que ahora que se ha esfumado, lo que les obliga a revisar sus escalas de valores y prioridades, hasta límites insospechados.

Los gobernantes de todos los colores deberían pensar en hacer todos los cambios estructurales que necesita nuestro país, no sólo para sacarnos de esta crisis, sino para poner los cimientos de una sociedad más fuerte y estable, que pueda garantizar el futuro de la mayoría de los españoles. La duda es si están pensando en esto o el cortoplacismo que les caracteriza, porque manda el ganar las próximas elecciones. Todo apunta que nuestro Gobierno tiene cierta sensibilidad con estos asuntos, pero ya veremos si es capaz de concretarlos.

Las organizaciones sindicales y patronales deberían preparar planes inmediatos para comenzar a reciclar a sus trabajadores, para hacer más eficientes y competitivas las empresas. La internacionalización y la creación de nuevos sectores productivos es su gran reto.

La mayoría de la sociedad tenemos una clara responsabilidad con los jóvenes y los niños, como es la  de educarles correctamente para que tengan las herramientas que les permitan tener un futuro en nuestro país. Aquí podríamos enunciar muchas cosas que hay que cambiar. Unas las rescataríamos del pasado con las que nuestros abuelos salieron adelante, y otras serían nuevas, pero me voy a limitar a enumerar dos: divulgar la cultura del emprendedor y enseñar a los niños a tratar sus temas financieros, con tanta importancia como su salud física.

El espíritu emprendedor les permitirá ser más productivos, generando más riqueza para ellos y para la sociedad en la que se desarrollan. El manejar correctamente los temas financieros con unos valores de honestidad, prudencia y conocimientos, les permitirá no cometer errores graves, como los que vemos actualmente, sabiendo que hay que ahorrar y cuidar de sus finanzas, porque ellos más que nadie, van a depender de sus propios recursos y no de los del Estado para su bienestar personal.

Por supuesto siempre tendremos el estado de bienestar, pero que se limitará para los más desfavorecidos, no algo tan generalizado como lo que tenemos ahora.

¿Será España una país para jóvenes?. El reto es para toda Europa, porque el problema del envejecimiento es algo generalizado. Los países que consigan atraer más inmigración de calidad, aumentar la natalidad, educando a las nuevas generaciones con las herramientas del esfuerzo, la responsabilidad personal y la autoestima, estarán más preparadas para un futuro prometedor. Esperemos que nuestro país vaya en esa dirección. Nos queda mucho camino por andar, y todos seremos responsables con nuestros comportamientos, con nuestro ejemplo y con los valores que defendamos.