Los datos macro sobre la economía española siguen siendo realmente favorables, tanto en el sector servicios, como en el consumo, las expectativas de crecimiento, la creación de empleo etc… Una situación idílica, al menos en el presente, por la que pocos habrían apostado y de la que no todos se están beneficiando.

Lo que hacemos en el presente, condiciona y determina lo que podemos esperar en el futuro. Esta afirmación se puede aplicar a todos los ámbitos de nuestra vida sin excepción. Cuando hablamos de asuntos económicos, es lo que nos hace prever, a lo que tendremos que enfrentarnos. De los temas que tenemos en la actualidad, ya hemos hablado en otras ocasiones, de que las compras de deuda implementadas por el BCE, tendrán sus consecuencias desfavorables. Esta semana nos han recordado que el envejecimiento poblacional, nos impactará de lleno en temas de sanidad, prestaciones de la seguridad social etc…, lo que debe llevar a plantearnos seriamente, cuáles deben ser los cambios tenemos que hacer en nuestra planificación patrimonial personal o familiar, para empezar a implementarlos en el presente, y poder encaminar nuestro futuro económico, de forma más o menos desahogada, olvidándonos de que agentes externos, nos lo resolverán.

Cuando hablamos del desempleo juvenil, no está demás tener muy presente, el dato de que nos hacen faltan titulados en formación profesional frente a los de titulación superior. Sin que con ello queramos decir que la formación universitaria no sea necesaria, sino que en un mercado de oferta y demanda de puestos de trabajo, en la actualidad y en comparación con países como Alemania, nos faltan jóvenes cualificados en muchas profesiones, de ahí que todos los avances que se hagan desde el cambio de mentalidad familiar y social, junto con medidas del gobierno, para fomentar la formación profesional, sin duda ayudarán a muchos jóvenes a labrarse un prometedor futuro. Si todo esto no empieza a gestarse desde el presente, resulta relativamente sencillo prever cual será el futuro de muchos de nuestros jóvenes y de los mayores, teniendo en cuenta que los segundos, necesitarán que los primeros generen riqueza y paguen sus impuestos, para sostener un estado del bienestar que todos defienden y reclaman, pero pocos saben cómo financiarlo, ni en presente ni en el futuro.

Confiar en que el “papá Estado” se encargará de solucionarnos estos retos, es algo tan pueril como imprudente. La práctica nos ha demostrado que quienes aspiran a llegar al poder, están más centrados en ello y en mantenerse, que en pensar cómo hacer política, para que veamos la bondad de sus resultados dentro de varias décadas. Esa realidad del funcionamiento de la política, viene condicionada, en buena parte, porque los votantes son realmente cortoplacistas y sólo apoyan aquello que les da resultados inmediatos, aunque sea con discursos falsos o demagógicos. De ahí la complejidad que tienen los dirigentes políticos bien intencionados, de aplicar políticas positivas para el largo plazo, si tienen efectos negativos en el corto.

Ante esta realidad, es ante la que debemos ser pragmáticos e inteligentes, para vivir cada día y cada momento, como si fuese el último, pero planificar nuestros asuntos, sobre todos los económicos, como si fuésemos a vivir para siempre. Los recursos han sido, son y serán escasos, de ahí la importancia de gestionarlos de forma eficiente. Todo un reto, que requiere nuestra atención desde el presente.