Estas señaladas fiestas en nuestro calendario, nos llevan cada año a calificar la situación de los mercados financieros o bien de pasión, o de resurrección, en función de cómo llegamos a ellas, es decir, si los mercados están bajando o subiendo.

Desde el punto de vista turístico todo apunta a que de nuevo será muy bueno, aunque todos estén mirando al cielo, para ver si el tiempo acompañará o no. El aumento del consumo y las ganas de salir a la calle, tan propio de nuestro país, llenarán las calles de procesiones y gente, lo que hace augurar que con ello los hosteleros harán su “primavera”. Los datos estadísticos nos lo dirán, pasadas las fiestas.

Volviendo a los mercados financieros, las alegres fiestas navideñas, nos sumergieron desde la primera sesión del año, en un auténtico calvario, con mes y medio de auténtica pasión, al puro estilo Semana Santa, con enorme dolor sufrido por los inversores y una procesión de malas noticias, que nos han hecho llegar a estas fiestas, con el espíritu más que curtido.

En las últimas semanas, a modo de bálsamo realmente necesario, los mercados han ido recuperando posiciones, calmando los ánimos y premiando a los sufridos inversores que han sabido mantener la calma, la diversificación y los nervios templados.

Por todo ello, podríamos decir que este año llegamos con los mercados en fase de resurrección, pero lejos de ascender a los cielos, como hizo Jesucristo tras la Resurrección, nosotros tenemos más probabilidades de volver al calvario, cuando a los mercados financieros se les pase “el efecto Draghi” y su fábrica de billetes, si los distintos gobiernos de la Zona Euro, no se ponen a trabajar llevando a cabo las reformas que ayuden a las economías a crecer por ellas mismas.

El paciente con respiración asistida, que es la economía de la Zona Euro desde hace un año, corre el riesgo de acostumbrarse a sostenerse vivo por una máquina ficticia, que en algún momento tendrá que ir retirándose y hacer que el paciente respire con sus propios pulmones. Lo que es lo mismo que decir, que cada uno haga crecer sus economías y reducir sus desequilibrios, si no quieren sufrir el colapso que ello puede provocar.

Los nuestros, desde luego están a otras cosas, lo que nos coloca en una situación de enorme debilidad, que debería hacer meditar seriamente a los ciudadanos. Los que tengan muchos inmuebles y les falte liquidez, que aprovechen a vender mientras la máquina siga fabricando dinero, lo de menos es el precio ilusorio al que les gustaría vender. Lo importante es que sea a precio de mercado y que se reciba la liquidez cuanto antes. Los que tengan proyectos viables o quieran comprarse viviendas que podrán pagar, que aprovechen para pedir financiación, porque es el momento, eso sí con mucha prudencia y los número muy bien hechos.

En algún momento la máquina dejará de fabricar dinero, los tipos subirán y ahí acabará la fiesta. Con menor liquidez y más costes de financiación, sólo se mantendrán en pie los que hayan aprendido las lecciones de la crisis de 2008. El resto lo tendrán muy complicado.