La intensidad con la que los mercados financieros están viviendo todos los acontecimiento que llevamos este año, está provocando, que tal vez tengan que tomarse un respiro, para volver a coger impulso, esperemos que hacia arriba.

Los primeros días de julio han sido sin duda los más críticos, tanto para los mercados europeos como para los chinos, aunque por razones bien distintas. La posibilidad real, de que Grecia saliese del euro, llevó contra las cuerdas a los mercados financieros europeos, y al borde de la desesperación a la clase política en Europa y EE.UU. Tras la claudicación de Grecia, con seis meses de retraso y cuantiosas pérdidas, los mercados recuperaron la calma con subidas intensas e incluso proporcionales a los recortes.

Hasta ese momento, las emociones fuertes se producían en la primera parte del año, cuando el BCE puso en marcha el programa de compra de deuda, con todos los activos financieros subiendo, con una alegría y euforia, similar a la de los adolescentes en sus fiestas, que creen que no tendrán un final, ni las resacas pertinentes.

Cuando ya hemos llegado a la mitad del año, y a punto de entrar en el mes estival por definición en nuestro país, agosto, los mercados se están tomando un respiro, con recortes suaves a modo de lluvia fina, que para muchos son una oportunidad de compra, a tenor de que la vuelta de vacaciones y la recta final del año, de nuevo serán emocionantes y con buenas expectativas para las valoraciones de los activos, sobre todo los de renta variable.

Las citas electorales, la decisión de la Reserva Federal sobre los tipos de interés y que el tercer rescate de Grecia se concrete antes del 20 de agosto, son algunas de las cuestiones que tienen los mercados anotadas en su agenda, para tenerlas en cuenta. Seguro que irán apareciendo otras muchas, que harán que sigamos viviendo con mucha emoción la evolución de los mercados y su impacto en las carteras. Llegados a este punto, es conveniente recordar, que todo inversor que se precie de hacer las cosas medianamente bien, debe tener una estrategia marcada, en la que sólo de forma táctica y puntual hace pequeños ajustes o cambios, pero sin dejarse llevar por los mercados en cada una de sus reacciones, a lo que en cada momento sucede.

Si esto ha sido lo recomendable siempre, ahora lo es mucho más, teniendo en cuenta lo bruscos que son los movimientos, tanto en las subidas como en los recortes. Las emociones nunca han sido las mejores consejeras en la toma de decisiones en el mundo financiero, de ahí que la experiencia y la profesionalidad de quienes tienen como misión ayudar a los inversores, deben ayudar a sacar partido del momento actual de los mercados, pero sin perder la cabeza ni hacérsela perder a los demás. La ambición y el miedo, en su cara menos amable, son los peores amigos de los inversores, y de todos los profesionales del mundo financiero. Aprendamos a ponerlos a raya y conseguiremos progresar de forma significativa en los asuntos financieros.