Pocas cosas producen mayor frustración que las expectativas no cumplidas, en cualquier ámbito de la vida. Para evitarlo, hace falta una buena dosis de conocimiento, realismo, experiencia e inteligencia.

No estaría de más, hacer un estudio detallado de la realidad social de los grandes imperios, que ha habido en la historia de las civilizaciones, en sus años previos a la decadencia. Intuyo, que desafortunadamente podríamos encontrar similitudes con la nuestra, por ejemplo, en estar demasiado acomodadas, un libertinaje muy extendido, una política autodestructiva, una ignorancia preocupante sobre temas trascendentes y una desorientación grave sobre el camino a seguir. Todo esto, que podría ser la descripción de cualquier momento histórico de cualquier civilización, con mayor o menor virulencia, lo cierto es que puede ser letal, si un detonante, provoca un “incendio”, que hace saltar por los aires, la frágil estabilidad social, en este caso, de los países occidentales, entre los que estamos nosotros.

Esos detonantes de los que hablo, son los llamados “shocks”, como el que vivimos en 2008, con réplicas en los últimos años, siendo la última, la que hemos visto a comienzos de 2016, con la caída importante del precio del barril de petróleo, que puso en  jaque al mercado de derivados y con él a los mercados financieros en general. Negar que estamos expuestos a que uno de ellos tenga consecuencias graves,  es una temeridad, a tenor de las advertencias que estamos recibiendo, de profesionales financieros con mucha reputación. No se cansan de avisar que a los gobiernos se les acaba el tiempo para hacer las reformas que apuntalen las economías domésticas, para futuros tsunamis, que pueden llegar o por los mercados de deuda, o por otras burbujas que parece se están formando, con la política monetaria que están aplicando  los Bancos Centrales como el de Europa. El tiempo que están intentando ganar para que los gobiernos hagan las reformas, no se está aprovechando y eso puede tener consecuencias imprevisibles.

Ante este panorama, los ciudadanos deben tener presente, que la demagogia política llevada a forma de Gobierno real, causará más frustración que la anterior, porque parece la última oportunidad, para muchos, que esperan el maná.

El mundo ha llegado a una situación de agotamiento, en la que lo vivido en el pasado, no va a volver en el futuro. Como afirma con contundencia Bill Gross, afamado gestor de renta fija, lo que ha generado buenas rentabilidades en los últimos 40 años, ya se ha agotado. Habla de la bajada de tipos de interés, la globalización del comercio y la expansión de la deuda emitida. Ahora los riesgos para los inversores son mucho mayores, la rentabilidad será más baja, habrá que ser más selectivos y tener mayores conocimientos financieros.

Que nadie espere que la banca tradicional le ayude en el objetivo de preservar patrimonios, con la forma de trabajar que siempre han utilizado. Se impone buscar nuevas formas de hacer, y no pedir peras al olmo, porque no las va a dar. Tampoco las viejas políticas de los nuevos políticos, van a garantizar la estabilidad para el futuro.

Querido lector, evite la frustración que todo ello puede provocarle, pensando diferente y actuando de forma diferente, no con diferentes personas que hablan y actúan como los de siempre.