La inestabilidad política de nuestro país en los últimos cuatro meses y la imagen de ingobernabilidad que ya proyectamos en todo el mundo, tiene dos inmediatos damnificados, como son el empleo y los impuestos.

Los empresarios no van a contratar, mientras no se sepa quién va a gobernar este país y qué rumbo tomará. Se trata de un ejercicio de sana prudencia, teniendo que cuenta, lo complejo que es mantener a flote una empresa, con las turbulencias que estamos viviendo y con la incertidumbre, como principal losa. El sector público, al igual que el papel, todo lo aguantan, pero cuando entramos en el sector privado o la puesta en práctica de los proyectos que recogen los papeles, se acabó la poesía. La quiebra, el fracaso, las pérdidas económicas etc… son un escenario igual de real que solitario. Una parte del sector público sigue contratando, aumentando el déficit del conjunto del país y con ello la presión de Bruselas para meter la tijera a unos 4.000 millones, para empezar. El trabajo de calidad, indefinido y con alta retribución, que es a lo que ciudadanos y Gobiernos aspiran, sólo vendrá de la mano de la certidumbre, las reformas estructurales y la mayor productividad. Dirección que no es la que sigue, precisamente la realidad política, económica y social de nuestro país. La realidad siempre es muy tozuda y no entiende de reivindicaciones, mentiras o falsas esperanzas.

Con este panorama, el segundo de los damnificados, son los impuestos. En este ejercicio 2016, se inició la segunda parte de la rebaja de los impuestos aprobado por el actual Gobierno en funciones. Algo que fue posible gracias a la velocidad de crucero que estaba cogiendo nuestra economía. Con el nuevo escenario al que nos enfrentamos, resultará un milagro, que el nuevo gobierno que salga de las urnas el próximo mes de junio, si es que tenemos suerte y conseguimos que alguien llegue al Gobierno, pueda plantearse seguir bajando impuestos. A todas luces y tal como se ve el horizonte, mantenerlos donde están ahora mismo, sería un auténtico logro.

De hecho, las Comunidades Autónomas, gobernadas por el PSOE, o Podemos, ya han subido impuestos, que están pagando sus ciudadanos. Ahora nos queda ver qué pasará con los impuestos de recaudación estatal. Con todo esto, deberán hacer sus cálculos fiscales, quienes tengan que rescatar planes de pensiones con lo aportado hasta 2006, para mantener la deducción del 40%, o también las personas que reciben determinadas rentas irregulares, los que tengan que vender negocios o empresas etc.., es decir, todo lo relativo al impuesto sobre la renta de las personas físicas, porque sin duda será una variable muy importante, teniendo en cuenta que los marginales han bajado del 51% al 45% con las últimas rebajas de impuestos.

Con carácter general, ya sabemos que las subidas de impuestos dañan la economía, porque se reduce el consumo y la inversión, al tiempo que aumenta la economía sumergida o el fraude fiscal. De ahí que sea tan importante que los impuestos se mantengan, al tiempo que se consiga volver a enderezar el rumbo económico y recuperar el prestigio perdido, con nuestros socios comunitarios e inversores internacionales, si queremos aventurar un futuro más próspero para la gran mayoría de los ciudadanos.