La gran mayoría de los ahorradores y muchos inversores, sienten una enorme desprotección a la hora de decidir qué hacer con sus ahorros, para obtener rentabilidad y protegerlos de quiebras o estafas, que les lleven a situaciones económicas dramáticas.

Ante esa realidad, provocada por las consecuencias de la crisis financiera de 2008, la dramática reconversión a la que se está sometiendo la banca tradicional, la inestabilidad política nacional y la complejidad de la situación económica mundial, impera la necesidad de encontrar el mejor camino para saber qué hacer.

De forma intuitiva, todos sabemos que necesitamos a nuestro lado, profesionales financieros muy formados, honestos y comprometidos, que nos ayuden en la compleja tarea de preservar nuestros patrimonios, de las múltiples amenazas a las que están sometidos. Hablamos, por tanto, de tener un banquero privado en nuestra vida. La teoría en sencilla, la práctica de encontrar al adecuado, es lo más complejo, como casi siempre, en los asuntos más trascendentes de nuestra vida.

El banquero privado que todos necesitamos, no debe hacernos recomendaciones de inversión, que nos trasladen el riesgo de la entidad financiera de la que forma parte, sólo así estarán nuestros intereses alineados y no enfrentados. La independencia por tanto es imprescindible. Nuestro banquero privado, debe conocer muy bien nuestras circunstancias personales, para ayudarnos en los temas financieros, fiscales o jurídicos, con impacto financiero-fiscal. Por ejemplo, debe ayudarnos a elaborar el testamento correcto, que recoja nuestra voluntad para la transmisión y protección de nuestros bienes, cuando llegue el momento. También esperamos que nos ayude con la mejor planificación fiscal ante la venta de una empresa familiar, un inmueble o en la reestructuración de nuestro patrimonio. No olvidemos lo grave que es tener muchos inmuebles y poca liquidez. La búsqueda de alternativas de inversión por todo el mundo que nos pueda presentar, de la mano de los mejores gestores, resulta decisivo, para que la parte de liquidez de nuestro patrimonio, pueda aprovechar todas las oportunidades que van surgiendo, adaptarse a los vaivenes de los mercados y diversificar, para evitar quiebras o estafas. Cómo organizar nuestras finanzas personales o familiares, así como ayudar en la reorganización de estructuras societarias, también están entre las funciones de un verdadero banquero privado.

La gran mayoría de los grandes patrimonios ya disponen de los servicios de este tipo de profesionales, e incluso de varios distintos, para complementar formas distintas de trabajar, porque realmente son muy distintos unos banqueros privados de otros. El gran reto está en que los ahorradores de importes más modestos, puedan tener acceso a estos profesionales. En muchos casos son las entidades financieras las que lo impiden, exigiendo importes mínimos muy altos, para poder tener acceso a sus servicios. En otras ocasiones, es la falta de educación financiera y de experiencia, la que impide a los inversores tener un banquero privado, porque prefieren seguir tratando con los profesionales de banca tradicional, que en ningún caso son banqueros privados.

La realidad del mercado es que hay entidades de banca privada, que ponen a disposición de todo tipo de ahorradores, sus banqueros privados, para darles esos servicios que tanto necesitan, siempre y cuando resulte rentable para la entidad financiera. Ahí es donde cada ahorrador puede elegir tener su banquero privado, sin la imposición de un importe mínimo, que le excluya de poder acceder al mejor tipo de servicio financiero posible.

Las entidades financieras españolas tradicionales, tienen un concepto de banca privada, que poco tiene que ver con lo mencionado hasta aquí, porque realmente no disponen ni de la experiencia, ni la filosofía, ni los profesionales considerados realmente banqueros privados. Apliquemos a este asunto aquello de: por sus obras los conoceréis. Sólo estaremos ante un banquero privado, si realmente nos da servicio de banca privada, en sentido puro, y no adulterado por el marketing.