El tiempo de las lamentaciones ha terminado, ahora es el momento de actuar, posicionarse y aprovechar el viento que sopla a favor. El año que acabamos de comenzar, será mucho más decisivo de lo que a priori podemos imaginar, para nuestro futuro.

Lo mejor que nos está dejando la dureza de la crisis, es haber destapado todas las imperfecciones, deficiencias e incluso mentiras, con las que hemos vivido durante décadas. La transparencia y la verdad son algo que todos los ciudadanos valoran, pero realmente no todos están preparados para soportar. Sólo una sociedad muy madura, tanto humana como intelectualmente hablando, está preparada para aprender de los errores y avanzar hacia un mayor progreso en su futuro. Por el contrario, las sociedades pueriles e inmaduras, cuando sufren crisis graves, suelen encaminarse hacia un precipicio de consecuencias imprevisibles. Nuestra sociedad, al igual que cada uno de nosotros, demostraremos este año y en los venideros, en cuál de las dos nos encontramos.

El hecho de que tuvimos dirigentes políticos que negaron la situación de crisis económica y que aplicaron medidas económicas erróneas, en el peor momento posible para nuestro país , es algo que muchos ciudadanos deberían tener presente, cuando llegue el momento de elegir quienes nos van a gobernar los próximos años. No valorar los avances económicos logrados con tanto sacrificio, creyendo que estamos igual que cuando comenzó la crisis, es no aprender de los errores del pasado y quedar en manos, de los nuevos verdugos de nuestro bienestar futuro.

Todos los dirigentes políticos deben ser conscientes, de que la sociedad exige unas formas de cuidar de los intereses públicos, muy distintas a las que se han practicado hasta el momento. Si no son conscientes de ello, su irresponsabilidad nos traerá consecuencias  graves, a medio y largo plazo.

Las empresas, las familias y las entidades públicas han sufrido los rigores de la ineficiente gestión económica. Aprender de ese error, nos debe llevar a reconocer que se necesita mayor cultura financiera, mejores profesionales y personas, así como un cambio radical en la forma de gestión, buscando la eficiencia y la excelencia en cada decisión económica.

El entorno económico ha cambiado y están surgiendo muchas oportunidades. En nuestra economía el sector servicios es muy importante, de hecho el turismo, tanto interior como exterior, es una de nuestras mayores fortalezas. Todo lo que el sector público y privado, en estrecha colaboración, puedan potenciar y facilitar, sin duda nos aportará enormes beneficios. Los turistas han gastado más este año que en anteriores, lo que nos dice, que debemos seguir mejorando para darles el mejor servicio, los mejores productos y las mayores facilidades posibles, para que lo sigan haciendo. El mercado no tiene piedad con la inmovilidad o pasividad, de ahí que la responsabilidad colectiva nos debe llevar a realizar cambios que favorezcan la creación de puestos de trabajo y riqueza, con ese bien tan preciado que tenemos, como es el turismo.

Nuestras empresas buscando mercados exteriores, así como atrayendo capital, o facilitando que la industria pueda desarrollarse, es un reto constante, que no debemos dejar tampoco de lado. Nuestros jóvenes y no tan jóvenes, deben prepararse para los nuevos tiempos y cambios. Las Universidades deben adaptarse a las nuevas necesidades educativas y las familias deben apoyar e incluso incentivar, los cambios en la mentalidad “funcionarial” que siempre hemos tenido, para convertirse en más “emprendedora”, que sin duda será la que más beneficios individuales y colectivos nos reportará.

Todos estos retos y cambios tienen especial importancia en 2015, para no perder “el tren de la recuperación”. ¿Hemos aprendido de los errores?. La pregunta y la respuesta deben ser personales, porque el progreso viene de la suma de mejoras individuales. El proceso de mejora continua es lo debería guiarnos, con entusiasmo y generosidad.