El ataque de sinceridad que le ha dado a Bruselas al confirmar de forma reiterada que los depósitos superiores a 100.000 euros podrán costear los rescates europeos, debe ser digno de elogio, por mucho que los ahorradores se sientan frustrados, ante este baño de realidad, que hasta ahora no les habían facilitado.

Acabamos de prestar la debida atención al hecho de que desde junio de 2012, la Comisión Europea inició la preparación de una directiva que permitirá que los depósitos no asegurados, es decir, los superiores a 100.000 euros, participen de los rescates de las entidades que en el futuro tengan problemas. Por tanto esta realidad se ha puesto de manifiesto con la disculpa de Chipre, pero ya se barajaba el año 2018 ó el 2015 para que entrase en vigor. Lo único que ha sucedido en estos momentos, es que el debate sea público, pero la decisión está tomada y sólo falta que maticen flecos sobre importes, fechas y otros detalles.

Nos es de extrañar que muchos ahorradores se sientan frustrados con esta nueva incertidumbre que se ha instalado, dado que siempre se les ha tratado como a niños que necesitan una protección especial y muy pocos se han molestado en tratarles como adultos, ayudándoles a conocer con profundidad los entresijos del mundo financiero, así como  la realidad de los riesgos  y oportunidades de cada vehículo de ahorro o inversión. La comodidad y la ignorancia se habían generalizado, por aquello del “ pan y circo”, una vez más, pero en este caso aplicado al mundo financiero.

Dado que la realidad es tozuda y termina por imponerse, la crisis financiera ha destapado las graves consecuencias de una sociedad con un grado de analfabetismo sobre conceptos básicos de finanzas, realmente alarmante y que requiere de un giro de 180 grados para el conjunto de los ciudadanos. Podríamos decir que el mareo que provoca despertar a la realidad, así como el giro que se debe dar, es algo normal, pero que supondrá un enorme bien para los asuntos financieros de las familias y del conjunto de la sociedad, a medida que pasen los años y la cultura financiera de los ciudadanos vaya aumentado.

El Banco Central Europeo ha repetido en múltiples ocasiones la necesidad de desbancarización de la economía española, es decir, menor dependencia de la banca de nuestro país. Lo que está sucediendo con los depósitos, será una ayuda inestimable para ese propósito. Muchos ahorradores se convertirán en inversores, lo que permitirá que su dinero se traslade al mercado de capitales, lo que ayudará al crecimiento de las economías mundiales, al llegar esos recursos, hasta ahora  poco productivos, a las mejores empresas y gobiernos del mundo, para que puedan generar riqueza para todos, a base de eficiencia y buen hacer.

En los mercados de capitales encontrarán la transparencia, la liquidez y la seguridad que aportan la diversificación en decenas de empresas y gobiernos distintos de todo el mundo, evitando así la concentración de riesgos, y ganando en protección para sus patrimonios.

A todas luces es injusto, que en el futuro sigamos pagando con dinero público la recapitalización de las entidades financieras. Bastante daño ha causado ya esa práctica a la economía de nuestro país, en materia de déficit, paro, recortes e impuestos.  No estamos para más dispendios. La salida de esta crisis vendrá de la mano de una mayor responsabilidad individual tanto en la generación de recursos, como en el cuidado y protección de los mismo. Se llama madurez y responsabilidad, algo que ha fallado de forma estrepitosa en nuestra sociedad, en la mayoría de los estamentos y personas.

Los importes más pequeños, para la operativa normal de las finanzas personales, siempre contarán con el respaldo, incluso del fondo de garantía de depósitos, por ello tenemos que diferenciar ese ahorro para consumo normal, del otro que se guarda como garantía de futuro o imprevistos. Este es el que requiere mayor atención y esfuerzo personal, para lograr el objetivo deseado de protección.

La caída de la máscara sobre los depósitos, hace que cada vez tengamos menos realidades ocultas, lo que es de agradecer, porque sólo nos podemos proteger de aquello que vemos claramente como una amenaza, por lo que nunca podremos considerarnos víctimas, llegado el caso de un perjuicio económico, si no ponemos remedio ejerciendo nuestra capacidad personal de elegir correctamente lo que más nos interesa.