El colapso que sufre nuestro país en todos los órdenes que podamos enumerar, se parece mucho al atasco que sufren las tuberías cuando los residuos se van acumulando durante años, sin que nadie se moleste en limpiarlos. Ahora que está todo inundado, cuando el agua nos llega al cuello y cuando desafortunadamente, muchos ya se han ahogado, en este crítico momento, ha llegado la hora de que “los fontaneros” se empleen a fondo para desatacar las tuberías.

La primera de las tuberías que parece haberse desatascado de golpe es la del comercio interior en España. Parece mentira que el gobierno haya tenido que aprobar la ley llamada de Unidad de Mercado, para que cualquier producto o servicio se pueda vender libremente dentro de las fronteras de nuestro país, sin trabas administrativas y con total libertad. Pues ese es un ejemplo de la sinrazón que ha llegado a instalarse en nuestro país al permitir que las Comunidades Autónomas hayan puesto trabas a la libertad de comercio dentro del territorio nacional, lo que ha provocado pérdida de competitividad y desempleo, que ahora se espera que se recuperen, tras la aprobación de una ley muy esperada y aplaudida en el ámbito nacional e internacional

Las empresas y los profesionales, podrán vender en toda España con una única licencia, no con 17 distintas como hasta ahora, con lo que se estima que nuestro PIB aumente en 1.500 millones de euros al año, nada menos que un 0,15% en los próximos 10 años. La tubería del mercado laboral es la más atacada aún, porque en ella confluyen todas las demás, por eso hasta que no se desatasquen la del crédito, la del crecimiento económico, la seguridad jurídica, la bajada de impuestos, la mejora de la educación, la reducción de los gastos públicos y la responsabilidad institucional, no conseguiremos el objetivo tan deseado por todos.

La pasada reforma del mercado laboral ha aliviado bastante la situación de rigidez que tenía hasta ahora, y que tanto daño ha causado ante una situación económica tan grave como la que hemos vivido. La falta de flexibilidad para adaptarse de forma rápida a las nuevas exigencias, ha provocado que el paro llegase hasta el 26%, en lugar de haberse quedado en niveles inferiores. No obstante la reforma ayudará en el medio plazo, aunque para muchos, todavía debería ir algo más allá.

Limpiar algunas tuberías en las que la corrupción despide un hedor casi insoportable, puede asfixiar al “equipo de fontaneros”, que se las van a ver y desear para acabar con ese clientismo que se resiste a tener que vivir de su esfuerzo y trabajo honestos. Esperemos que se armen de valor y serenidad para acabar con esa lacra de nuestra sociedad, que se había instalado por doquier y que ahora, por fin, son una clase perseguida y repudiada socialmente.

Los ciudadanos no se van conformar con medidas cosméticas para tapar determinados asuntos, dado que los sufrimientos y privaciones que están soportando, exigen de una justicia que haga pagar hasta sus últimas consecuencias, todas las actuaciones irresponsables e incluso ilegales, de tanto administrador público o de bancos, que no sólo han causado daños económicos difícilmente recuperables para muchos, sino que pervierten la convivencia honrada y leal entre los ciudadanos, con su impunidad por parte de la justicia.

Como podemos imaginar, “los fontaneros del Reino” no tienen una tarea fácil por delante, pero esperemos que sigan haciendo su trabajo correctamente, para que las tuberías limpias y funcionando correctamente, nos permitan centrarnos en lo importante que no es otra cosa, que reconstruir nuestro país. Si no fuese así, el peligro de que los ciudadanos quieran ponerse el lugar de los fontaneros, para hacer ellos mismos el trabajo, nos puede llevar a situaciones desesperadas y peligrosas, en las que al igual que en otros momentos de la historia, ya se ha demostrado que tienen consecuencias mucho peores para el conjunto de los ciudadanos.

En principio todo apunta a que aunque vamos despacio, la limpieza ha comenzado, y que hay un plan para cumplir con ese clamor social, que no tiene nada de silencioso, aunque afortunadamente tiene mucho de responsable y paciente.