No pretendo hacer una referencia expresa a la Semana Santa, sino a una experiencia que todos hemos vivido, de una manera u otra, y que ahora vamos a aplicar a los mercados financieros.

Hemos cerrado el primer trimestre del año y el balance no puede ser más espectacular, para los mercados financieros. La puesta en marcha del programa de compra de bonos por parte del Banco Central Europeo este mes, lleva surtiendo su efecto balsámico en los mercados de capitales, desde que se anunció su puesta en marcha, el pasado mes de enero. Entre los principales índices bursátiles europeos, destaca la subida del Dax alemán, que con un 22% de rentabilidad en tres meses, situándose en máximos históricos y haciendo que muchos se pregunten, hasta dónde puede llegar. El selectivo español ha subido más de un 12%, y aunque también es llamativo su avance, no lo es menos, el hecho de que lo haya conseguido sin el apoyo decisivo, del sector financiero.
No obstante, la fabricación ficticia de moneda a la que estaremos expuestos, como mínimo, hasta finales de 2016, sigue recibiendo las críticas más contundentes, de algunos economistas de la línea dura, que lo consideran algo irracional y de efectos realmente dañinos para la economía de la Zona Euro, a medio y largo plazo.
En el corto plazo, además de los mercados financieros, también se ven beneficiadas las empresas exportadoras de la Zona Euro, porque con un euro débil, que ya ha caído algo más de un 11% en el primer trimestre, sus beneficios se multiplican, aunque sus ventas sean las mismas que en años anteriores, simplemente por la conversión de la moneda en la que reciben los pagos. Debilidad que continuará bastante tiempo, mientras siga en marcha el programa de ayuda del BCE, la economía americana creciendo y la consiguiente subida de tipos de interés que se espera, para el presente año.
Con todo ello, no es de extrañar, que los datos de confianza de los consumidores, tanto en Europa, como en EEUU o en España, hayan mejorado sustancialmente, dado que el consumo está mejorando, y eso siempre tiene un efecto psicológico muy positivo, tanto para el que puede consumir, como para el que recibe los beneficios económicos de las mayores ventas.
El gran damnificado de todo este festín es el ahorro, cuya retribución es prácticamente nula, lo que puede incentivar más el consumo, que el propio ahorro. Para aquellos que su buena planificación financiera y patrimonial, les dicta que siempre hay que tener ahorro, están encontrando su premio en los mercados de capitales. El vehículo del ahorro que está ganando adeptos cada día, y marcando máximos de captación, son los fondos de inversión. Sus extraordinarias rentabilidades, están haciendo que cada día aumenten el saldo gestionado, aunque lo realmente importante de ellos sea la seguridad, la liquidez y las ventajas fiscales que les acompañan.
La fiesta parece que se va a mantener durante un tiempo, lo que hará olvidar a muchos, que detrás de tantos excesos, la resaca será inevitable. Los más prudentes lo tendrán en cuenta, para ir monitorizando las señales que los mercados nos vayan dando, e irse de la fiesta con tiempo, para evitar que el impacto de la resaca sea mayor.
Creo que es bueno y prudente que vayamos avisando, para que sigamos disfrutando de la fiesta, pero con los pies en la tierra.