En un año tan marcadamente electoral como este, las incertidumbres, la tensión y las sorpresas, provocan unos vaivenes emocionales, que invaden hasta el comportamiento de los mercados financieros.

Estamos a comienzos de mayo y ya hemos visto tres citas electorales: Grecia, Andalucía y ahora Reino Unido. Los resultados de la primera estaban cantados, los de la segunda casi, de hecho ahí siguen con sus pactos, y la celebrada esta semana en Reino Unido, ha sido sin duda la gran sorpresa.

Hasta conocerse el resultado final, nadie esperaba el desenlace final, posiblemente ni el propio Cameron, que llegaba a la cita, rodeado de enormes incertidumbres y asediado por sus oponentes. Para los mercados financieros, la certidumbre de su permanencia y la de su política económica, ha sentado francamente bien, incluso a su propia divisa, cuyo contundente fortalecimiento, está sorprendiendo a los analistas, que están buscando en los anales de la historia, un comportamiento similar.

Si esta es la sorpresa con la que terminamos la primera semana de mayo, en el comienzo de la misma, la protagonista fue la renta fija.Todavía se siguen buscando causas al descalabro sufrido, pero realmente lo que hay es cierto vértigo de altura con ese activo financiero, por lo que cualquier incertidumbre o movimiento en contra, provoca una reacción en cadena, en este caso de ventas, que sin llegar a considerarse pánico, causan bastantes pérdidas y nervios.

La gran mayoría de los expertos consideran que estamos ante un hecho puntual, que no hay que alarmarse y que si el Banco Central Europeo sigue con su programa de compras, de momento, no habría nada que temer. Como las ventas de renta fija se han extendido hasta el mercado americano, partiendo del europeo, todo apunta a que la Reserva Federal está planteándose con mucho cuido el momento de las subidas de tipos y su cuantía, para no abrir la caja de pandora, que no lleve a un escenario aún peor que el vivido con la crisis de las hipotecas basura.

Para el común de los mortales, sólo nos queda esperar acontecimientos, con la vista puesta en todo lo que suceda y rezar para que los responsables de las políticas monetarias mundiales, sepan lo que hacen y al igual que un cirujano, apliquen al paciente toda su profesionalidad, con las mejores herramientas que dispongan, para que la cirugía fina a la que deben someterlo, sea certera, porque no creo que ni los mercados ni las economías mundiales puedan soportar volver a un escenario similar al de  2008.