Desde que Donald Trump ganase las elecciones en EEUU, el pasado mes de noviembre, los mercados financieros están viviendo su particular luna de miel, bastante alejada de la realidad que se vive a pie de calle.

Contra todo pronóstico, las promesas del nuevo presidente de la primera economía del mundo, han llevado en volandas al índice Dow Jones de Wall Street a  sus máximos históricos, al superar esta semana el nivel de los 20.000 puntos. Podríamos decir, que a rebufo han ido las plazas europeas, impulsadas por el presidente del BCE la dejar claro que su programa de ayuda cuantitativa llevará hasta finales de año, pase lo que pase con los tipos de interés en EEUU.

Si nos centramos en la realidad de la calle, la cada vez más aceptada posibilidad de una guerra comercial, tras las decisiones y declaraciones de Donald Trump, no hacen presagiar buenas perspectivas para las economías de los países involucrados, que son los más grandes y los que más aportan al crecimiento mundial.

Si a esto le sumamos, las imprevisibles consecuencias de la ayuda cuantitativa a la economía europea, en los mercados financieros, sobre todo los de deuda, o las incertidumbres de las decisivas citas electorales de este año, así como las negociaciones del Brexit con Reino Unido, entendemos que la prudencia, deber ser la guía de los inversores en estos momentos.

El espejismo de las rentabilidades vistas en los últimos tres meses, provocarán que muchos inversores, llevados por la errónea visión del pasado, se lancen a comprar renta variable, sin respetar sus perfiles de riesgo y olvidando que las caídas son realmente abruptas, cuando se producen, como ya tuvimos ejemplos el pasado año.

La memoria es frágil y olvida los malos momentos, hasta que vuelven a producirse. Para los inversores que se mueven más por las emociones, que por la estrategia, las pérdidas están prácticamente garantizadas. Siempre toman la decisión mirando por el retrovisor, en lugar de mirar hacia adelante y se mueven por impulsos espasmódicos.

La realidad es que los tiempos con tanta incertidumbre invitan a la gestión flexible, en manos de profesionales experimentados, fieles a sus convicciones y que trabajan para inversores que miran los resultados en el largo plazo, no el corto.

La inmediatez de todo lo que acontece a nuestro alrededor, nos debe llevar a reflexionar sobre la necesidad de pararse a pensar y no dejarse llevar por las masas, sus erráticos movimientos, que provocan tanta confusión como oportunidades para los que saben mantenerse al margen.

Cuando la gran mayoría de los expertos consideran que los mercados no están descontando las consecuencias de los nuevos acontecimientos, ello debe llevarnos a pensar seriamente, que antes o después eso sucederá, lo que provocará caídas, como siempre ha sucedido.

Por tanto y en conclusión, paciencia, prudencia y estrategia.