Los tipos de interés por debajo del 1% durante tanto tiempo, son sin duda un escenario nunca visto por los ahorradores españoles, lo que obliga a una reflexión sosegada de lo que ello implica.

Todos sabemos que el estallido de la crisis financiera de 2008 es lo que ha provocado el escenario de tipos cero o ligeramente por encima. En los años siguientes, la falta de liquidez de las entidades financieras españolas, provocó la distorsión de que se llegase a pagar rentabilidades del 4% o superiores, por los depósitos a un año. El rescate de los bancos y la normalización del sistema financiero, ha llevado en el último año, a dejar esos mismos depósitos por debajo del 1%, que es realmente donde deben estar y donde permanecerán mucho tiempo.

Los ahorradores, ante esa realidad, se han lanzado al mercado buscando alternativas, en una aptitud, que sin duda es la acertada, pero con las cautelas debidas. Los fondos de inversión están siendo los grandes afortunados, encontrándose el volumen que a través de ellos se gestiona, en máximos de los últimos años. Una tendencia que seguirá en aumento, empujados por esa búsqueda de rentabilidades atractivas y una mayor cultura financiera, que permite discernir con mucha claridad, todas las bondades de la gestión activa y profesional, al tiempo que la liquidez, las ventajas fiscales o la seguridad que otorga la enorme diversificación en activos financieros de todo el mundo, que permite la inversión colectiva, como ningún otro vehículo para el ahorro.

La trampa o el error está en incorporar los fondos de inversión en los patrimonios personales, sin el conocimiento de su funcionamiento, o de lo decisivo que resulta el ajustar el riesgo que desea asumir, con los activos en los que invierten los fondos. De todos debe ser sabido que la renta variable tiene más volatilidad que otros activos y por tanto hay que limitar sus porcentajes en cada cartera, que las gestoras internacionales se complementan con las nacionales independientes, de forma muy eficiente las carteras de cada inversor, y que el horizonte temporal, es fundamental para elaborar una cartera de inversión.

Si todo eso no se tiene en cuenta, trimestres tan duros como el que hemos vivido este año, pueden hacer mucho daño a los inversores, porque sus emociones podrán más que la racionalidad en la toma de decisiones, lo que les causará daños enormes en sus patrimonios, que desde luego pueden evitarse con buen asesoramiento, información adecuada y una buena dosis de cultura financiera.

La otra trampa en la que pueden caer los ahorradores es la de aceptar productos que las entidades financieras están de nuevo creando, bajo la ya conocida fórmula de estructura financieras, con el único objetivo de evitar la fuga de clientes ofreciendo productos con más rentabilidad que el depósito. Esta forma de actuar ya ha generado enorme frustración en el pasado y no será una excepción en el presente. Lo que nos encontraremos detrás de esos productos, serán mayores costes para el cliente, menor disponibilidad y una escasa rentabilidad a cambio. Por tanto y una vez más, cuidado a la hora de confiar nuestro ahorro, no es oro todo lo que reluce y tengan en cuenta que los tipos de interés van a seguir muy bajos durante mucho tiempo, lo que obliga a buscar la gestión más adecuada, de la mano de los profesionales más preparados y mejor intencionados.