Cuando el dinero que viene de Europa ya tiene fechas de entrega, cuando el banco malo ya comienza su andadura y el supervisor bancario único ya tiene 2014 para iniciar una etapa histórica en la Zona Euro, el sector financiero de nuestro país está sufriendo un auténtico torbellino final, que está engullendo lo que hacía tiempo que debería haber hecho.

Para empezar, Santander, que es uno de más fuertes en estas circunstancias, se ha comido a dos suyos, como son Banesto y Banif. Acaba así con un banco creado el 1 de mayo de 1902, con el nombre Banco Español de Crédito, y también con la emblemática marca Banif, que durante casi dos décadas era el referente del glamour y los grandes patrimonios de nuestro país. La historia de este final comienza con la quiebra de Lehman Brothers, la estafa de Madoff, la iliquidez del fondo inmobiliario etc… Todo ello provocó no sólo pérdidas de dinero importantes a clientes que creían estar en manos de la entidad más sería y solvente de nuestro país, sino que las protestas en la calle fueron definitivas para el desprestigio de la marca. Como hemos dicho en varias ocasiones, ninguna entidad responsable de las pérdidas económicas y de confianza provocada entre los inversores y ahorradores españoles, va a salir indemne de la criba que se está produciendo.

Todas las entidades nacionalizadas o asimiladas a la nacionalización, dado que van a necesitar ayudas para sobrevivir, van a reducir su tamaño de forma importante tanto en oficinas como personal. Desde 2009 ya hay 27.000 empleos menos, pero esta cifra irá en aumento en los próximos meses. Todos esos profesionales tendrán que reciclarse hacia el asesoramiento independiente y la banca privada, si quieren volver al mundo financiero. También los negocios de las supervivientes deberán adaptarse a los nuevos tiempos que pasan, con carácter general, por dejar de lado el mercado inmobiliario y centrarse más en dar créditos a las empresas y familias, con un control de riesgo minucioso.

La otra batalla se libra en los tribunales, donde varios directivos y responsables de lo que ha sucedido tendrán que dar explicaciones, y en el mejor de los casos asumir responsabilidades, aunque todo apunta a que esto no será para muchos, y que prácticamente ninguno devolverá el dinero que recibieron por dejar en quiebra a las entidades que les pagaron.

Llegados a este punto, no debe sorprendernos que el nuevo supervisor bancario único se haga con el control de la mayoría de las entidades españolas, lo que implicará una pérdida de soberanía del Banco de España a favor del BCE, lo que complicará mucho la vida de los gestores de las entidades financieras españolas, acostumbrados a un tipo de trabajo y controles menos rigurosos y exhaustivos. Se trata de que no vuelva a suceder lo que estamos viendo, y todas las medidas que vayan encaminadas en esa dirección, bienvenidas sean, caída quien caíga.