Además del sector financiero, en el sector inmobiliario también se están llevando a cabo muchos cambios accionariales. Ahora que todo confirma el punto de inflexión de nuestra economía, las empresas están buscando como reforzarse para el futuro, incorporando socios de renombre o adquiriendo participaciones en compañías estratégicas para su futuro.
Sin duda, se trata de un momento muy propicio para todo ello, porque el capital fluye hacía nuestro país, con la misma celeridad con la que salió cuando comenzó la crisis en 2008. Esto es lo bueno que tienen los mercados de capitales, que actúan con la misma celeridad cuando se asustan y retiran el capital, que cuando confían y se apresuran en volver, para no llegar los últimos.
Muchas de nuestras empresas medianas están encontrando en el Mercado Alternativo Bursátil una fuente de financiación muy atractiva, al margen del sistema bancario español. Incluso algunas de ellas como como Carbures o Gowex, tras el éxito que están teniendo en su cotización doméstica, están explorando el mercado americano, entre otros, por el interés que en ellos han despertado sus negocios y su fulgurante crecimiento.
El consenso de mercado respecto a que nuestro país atraerá de nuevo importantes cantidades de inversión este año, se ha vuelto a poner de manifiesto esta semana, al cubrirse la segunda subasta de deuda con importes superiores a lo esperado, y con tipos de interés más bajos. También lo ha puesto de manifiesto, la esperanza de posibles inversiones, que se han traído el grupo de empresarios que acompañaron al Presidente del Gobierno en su viaje a EEUU.
Todo este alentador panorama puede verse empañado si el Gobierno demora las reformas que le exigen desde todas las instituciones internacionales, o si el tema de la independencia de Cataluña se convierte en una amenaza real, lo que espantaría la atracción de inversiones a nuestro país, al tiempo que provocaría una estampida de los que han apostado de nuevo por nuestro país. Estas claras amenazas, deben ser prioridad en la agenda del Gobierno, para evitar que todo lo que se ha sacrificado, pueda perderse, lo que sería imperdonable.
La regeneración institucional es algo también muy necesario, porque hechos como los que estamos viendo en Burgos, de violencia y enfrentamiento ciudadano hacia las decisiones políticas de inversión concreta, son el claro reflejo de la desafección de los ciudadanos con sus representantes políticos. Si este tipo de conductas no se frenan, pueden llegar a ser la llama de un gran incendio que se extienda por el país, lo que sería una nueva amenaza, no contemplada ahora mismo, por ninguno de nuestros observadores internacionales.
La hoja de ruta para el futuro es clara. Esperemos que se cumpla, como ha sucedido hasta ahora, porque sin duda todos tenemos mucho que ganar.