La llegada del mes de vacaciones por excelencia en nuestro país, ha llegado con “un pan debajo del brazo”.

Ya saben que eso se decía del nacimiento de los niños en la familia. En este caso, el pan ha llegado en forma de mejoras fiscales, subidas de pensiones y salarios públicos, todo ello aderezado por un alto crecimiento económico de nuestra economía. La aceleración del crecimiento por encima de las previsiones, es de las últimas noticias con las que se despide el accidentado mes de julio. Recordemos rápidamente, como los desmanes de Grecia y la caída de la bolsa China, han traído de cabeza a los mercados, en las últimas semanas.

Nuestra economía ha cogido velocidad de crucero, creciendo un 1% en el segundo trimestre, lo que supone un ritmo del 4%, que nadie tenía previsto. La fuerte expansión del consumo privado, las exportaciones o el turismo, son sin duda los motores principales, ayudados por un crédito más barato. La construcción o la industria también están ayudando, aunque en menor medida.

Si nos paramos un poco a pensar en cómo han sido los veranos desde 2009, sin duda, este puede ser considerado como el más placentero y esperanzador, para la gran mayoría de los españoles. Una vez más hemos conseguido demostrarnos, como país, que somos capaces de superar las peores de las dificultades, siendo nuestro mejor aliado, pero también nuestro peor enemigo.

A partir de ahora, el riesgo que corremos es no valorar lo mucho que hemos luchado, por llegar hasta aquí, y lo que es peor, pensar que ya está todo hecho. Las amenazas de que la inercia que hemos cogido, se frene en seco, son muchas y reales. La principal está dentro de nuestras fronteras y se llama “resultado de las elecciones generales”. Aunque a estas alturas ya todos sabemos que ni los partidos de izquierdas radicales van a doblegar a la Troika, con Merkel a la cabeza, Grecia ya ha podido comprobarlo, lo que si puede suceder, es que se paralicen las reformas que necesitamos y que pare en seco el camino del crecimiento tan llamativo que estamos teniendo.

Si queremos bajar la tasa de paro del 22%, que a fin de cuentas es lo que realmente necesitamos, la máquina no puede pararse y debe seguir adelante. El Gobierno ha querido comenzar el mes estival, con los presupuestos para 2016 ya encaminados, porque en la recta final del año, su principal ocupación será trabajar para mantenerse en el poder otros cuatro años. Sin duda es de agradecer que vayan adelantando los presupuestos, dado que ahí es donde se recoge que las pensiones subirán un 0,25% o que los funcionarios verán subir su salario un 1%, sin tener que esperar a diciembre para saberlo.

Desde el punto de vista psicológico, todas estas noticias positivas tienen un efecto balsámico, que es Gobierno espera rentabilizar en términos electorales. Aunque bien es cierto, que siempre prometieron que lo harían, en cuanto la economía lo permitiese. Con lo que se han encontrado es que todo ha coincidido en el tiempo, es decir, los buenos datos para la economía y la inminencia de las elecciones generales. Sea cual sea el resultado electoral, el Gobierno no podrá recriminarse que no ha hecho todo lo que consideraba apropiado para seducir de nuevo a su electorado. Los más críticos, le achacan, que no hace ningún ejercicio de autocrítica. El tiempo dirá si esa asignatura pendiente influirá en la “nota final”.

En cualquier caso, llega agosto, disfruten de las vacaciones, aquellos que les toca irse, en algún momento de este mes.