El año 2020 pasará a la historia como uno de los más difíciles vividos en los últimos 100 años, pero también será el que más lecciones de vida ha dejado, algo que se podrá valorar correctamente dentro de varias décadas.
Cada año que se termina dejar noticias y acontecimientos positivos, junto con otros que son más negativos, algo que extrapolable a cada persona y a cada empresa. Este año ha sido realmente extremo tanto en lo positivo como en lo negativo.
La crisis sanitaria, en lo humano, ha dejado muchas situaciones dramáticas, pérdidas familiares, así como momentos de miedo, desconcierto e incluso desesperación. En la parte positiva podemos considerar que la vulnerabilidad y fragilidad que se ha experimentado, en todos los ámbitos, una vez se vaya superando, nos habrá dejado el regalo de ser más resilientes y fuertes, algo que garantiza mejoras personales y sociales a medio y largo plazo. Para que una sociedad avance necesita que las personas que la componen mejoren en lo humano, porque a partir de ahí, todo lo necesario fluye con mayor naturalidad. No puede haber buenos profesionales, si no hay personas más humanas, con valores de integridad, generosidad y capacidad de sacrificio sin límite.
La crisis económica no ha sido igual para todas las personas ni para todos los sectores. Una de las consecuencias inmediatas de todo lo sucedido, nos lleva a hablar de la vieja economía y de la nueva economía. Los sectores de la vieja economía son los que más han sufrido las consecuencias de la pandemia y de sus restricciones. Dichos sectores dejarán muchas quiebras por el camino, pero los que sobrevivan se recuperarán más rápido, ante una menor competencia y una mayor resiliencia. Los sectores de la vieja economía, cuando se vaya recuperando la normalidad durante los próximos años, traerán enormes oportunidades, que serán aprovechadas por aquellos que saben adaptarse a los tiempos. Las empresas y los trabajadores tendrán que reconvertirse, algo que supondrá un enorme esfuerzo personal y de recursos económicos, pero que dará muy buenos frutos.
Los sectores de la nueva economía han generado empleo y beneficios como nunca, algo que han compartido con la sociedad, porque todos estamos en ella y nos afecta lo bueno o malo, de forma directa o indirecta.
En los mercados financieros, los inversores que han sabido diversificar sus carteras, y con una gestión flexible e internacional, van a terminar el año con beneficios, algo impensable a finales del mes de marzo, por tanto no será 2020 un año para olvidar, sino para celebrar. Aquellos inversores que hayan permanecidos estancados en los valores o gestión de la vieja economía, deberán aprender la lección de que deben mejorar la forma de gestión de sus patrimonios, si quieren preservarlos para el futuro.
En el ámbito de la gestión política y económica de ambas crisis, nos encontramos con la buena gestión de los Bancos Centrales, ayudando para que la crisis no se convirtiera en financiera y con ello el drama económico, hubiese sido muchísimo mayor. También los Gobiernos de la Unión Europea, EEUU o China, adoptaron medidas de apoyo con la aprobación de ayudas económicas, no sólo para sujetar el primer impacto de la pandemia, sino también para la reconstrucción futura.
A estas alturas ya se puede confirmar quienes han gestionado mejor o peor ambas crisis. Desafortunadamente para los españoles, en los asuntos económicos aparecemos entre los países que más impacto económico hemos tenido y peor gestión económica.
Ahora se nos abre por delante la etapa de reconstrucción, donde la gestión de los recursos económicos que ponen a nuestra disposición desde Europa, será decisivo para el futuro de nuestros jóvenes en las próximas décadas. Al margen de que los dirigentes políticos lo hagan mejor o peor, lo cierto es que la sociedad española ha demostrado y demostrará una enorme capacidad de resiliencia y recuperación, que nos llevará de nuevo a épocas mejores, aunque desgraciadamente no de forma generalizada.
La gestión de lo público de forma eficiente ayuda más a las personas más vulnerables, que serán las más dañadas, si no se mejora la gestión económica de nuestro país.
En la parte positiva, los ciudadanos españoles tendrán toda la información de la gestión de la crisis económica y sanitaria, para tenerlo en cuenta cuando las urnas les vuelvan a permitir decidir a quienes quieren en el Gobierno del país. Incluso en este ámbito, se han demostrado las deficiencias de nuestro sistema electoral, que permite gobiernos dudosamente democráticos y nada dudosos en la ausencia de defensa de los intereses generales de todos los españoles.