La cita importante de esta semana se centraba en la reunión del Banco Central Europeo, y los mercados estaban esperando que Draghi anunciase algo estimulante, que llevase a los mercados a continuar con las subidas de las últimas semanas.

 

La realidad fue que no anunció nada nuevo, ni siquiera cuando pide expresamente a los países, que pongan en marcha los impulsos fiscales que las distintas economías necesitan. En conclusión, lo que viene a decir, es que los Gobiernos se pongan a trabajar, porque el “maná” que fabrica el BCE en forma de liquidez, no es el remedio, sino un ganar tiempo para hacer reformas

Claro que en nuestro país, estas palabras no hay nadie que las haya recogido, teniendo en cuenta que seguimos sin Gobierno, sin reformas, sin presupuesto para el año próximo y con problemas de déficit, que se pueden convertir en crónicos. Hasta aquí todo lo que sabemos.

Lo que está por ver, es hasta donde aguantará la economía española la buena marcha, que por inercia tenemos este año. El presidente del BCE también rebaja las expectativas de crecimiento para la Zona Euro en 2017 y 2018, sin tener en cuenta que aún no se sabe el impacto que tendrá el Brexit, dado que aún no han empezado las negociaciones. Por tanto estamos ante escenarios inciertos, complejos y dónde la ayuda, con la fabricación de dinero, es un auténtico espejismo, que si no aprovechan los Gobiernos y los ciudadanos, para hacer reformas en el primer caso y reestructuraciones patrimoniales en el segundo, las cosas pueden ponerse muy serias.

Tenemos más preguntas que respuestas. Que el programa de ayuda del BCE no está surtiendo todo el efecto deseado, lo dicen los datos macroeconómicos, ni crecimiento importante ni sostenido, ni inflación destacable. La pregunta es si realmente se está formando esa burbuja financiera en el mercado de renta fija, que muchos reputados gestores mencionan y de serlo, cuando estalle, porque todas estallan, a quienes se llevará por delante.

Como nadie se va a atrever a dar respuesta a eso, vayamos con la prudencia y la cautela por delante, para saber que siempre caen los más débiles y los que están alrededor. En este caso hablamos de sectores que ya estén muy dañados, por ejemplo el sector financiero, cuyo futuro aún se está buscando y si hay contratiempos antes de que lo encuentren, se pueden llevar por delante, una vez más, a quienes tengan sus riesgos asociados al negocio bancario.

También pueden verse muy afectados quienes no tengan liquidez para hacer frente a sus deudas o sus pagos. Esto sucedió en la crisis anterior y en una posterior, puede que el daño sea incluso mayor, porque ya no hay demasiados mecanismos que poner en marcha.

Por todo ello, el ahorrador particular que busca preservar su patrimonio, no lo tiene fácil. De ahí que haya que dedicar tiempo a escuchar o leer los gestores, para poder ir siguiendo los paso del mercado y las alarmas que pueda ir dando. Nunca como hasta ahora, la independencia de quienes gestionan o asesoran en asuntos financieros, ha sido de tanto valor. La diversificación, la educación financiera y la cautela, son por supuesto los compañeros de siempre.

Respecto a las cuentas públicas, la situación se puede poner muy tensa, con los problemas de déficit, las exigencias de Bruselas de recortes y todo esto sin que haya problemas graves en los mercados. Cualquier vuelta de tuerca, nos puede poner en serios aprietos, que ya sabemos en que terminan, aumento de quiebras de empresas y familias, subidas de impuestos, recortes etc… De ahí venimos, y todavía ni hemos salido.

Separar los riesgos empresariales de los familiares siempre es sabio, pero en estos momentos un auténtico salvavidas.