Estamos metidos de lleno en la Semana Santa y los mercados financieros han entrado en una especie de letargo, con movimientos laterales, a la espera de novedades y más información.

En las últimas dos semanas, los datos de IPC en los principales países del mundo han confirmado lo que se esperaba, subidas realmente llamativas, provocadas por la crisis energética, la guerra entre Rusia y Ucrania, las subidas de las materias primas y los cuellos de botella. Estos últimos, muy acentuados a finales de 2021, siguen estando presentes por la política de Covid cero que China está llevando a cabo.

En el asunto del Covid, llama poderosamente la atención, la enorme disparidad de medidas que adoptan los países, sin que haya criterios homogéneos que los justifiquen, como si sucedió al comienzo de la pandemia en 2020. En aquel momento la defensa de la salud se impuso sobre las economías, para pasar a igualarse con la llegada de las vacunas y ahora es la economía la que impera, en la gran mayoría de los países no comunistas.

De hecho sólo tenemos que observar la apertura de la economía americana. Ahora que la nueva variante se está extendiendo en varias ciudades importantes de EEUU, las autoridades sanitarias están siguiendo su evolución, pero sin especial alarma, dado que están observando que los síntomas son leves, aunque haya más contagios.

En el lado completamente opuesto tenemos a China, que cierra ciudades con más de 40 millones de personas, aunque los síntomas no sean graves, o que sean asintomáticos, simplemente porque están buscando la erradicación de la pandemia. Está por ver si su economía resiste el embate, si su objetivo se les alarga en el tiempo.

Por el camino intermedio transitan los países europeos, donde nos encontramos a los países nórdicos que han eliminado todas las medidas, o Italia, que el 31 de marzo salieron de su estado de alarma, mientras siguen manteniendo muchas medidas. En España se está caminando hacia la eliminación de las mascarillas en interiores, justo después de Semana Santa, quedando con ello casi eliminadas todas las medidas.

En cuanto a los Bancos Centrales, los inversores están a la espera de ver como se van endureciendo las políticas monetarias, tanto en EEUU como en Europa, en la imparable lucha que se ha desatado por controlar la inflación, que está desbocada y contra la que van a empezar a actuar con mayor contundencia.

Los resultados empresariales del primer trimestre también son un tema que esperan los analistas y gestores, para pulsar el impacto de la guerra, las sanciones y la inflación.

El conflicto entre Rusia y Ucrania, parece recrudecerse en lo militar y haber entrado en zona muerta en lo diplomático. Las negociaciones de paz, según dicen desde Rusia, han encallado y no ven ningún tipo de avance. Posiblemente sea la propia Rusia la que debe avanzar hacia ese anhelado alto al fuego, dado que son los generadores del conflicto y los que deben anunciar el alto al fuego. Veremos si las sanciones, la presión internacional y la llegada del buen tiempo, hacen recuperar las negociaciones, para acabar con las hostilidades militares.

Por tanto y como podemos comprobar, el segundo trimestre de este accidentado 2022, transcurre en un compás de espera, cuyas incertidumbres se irán despejando en las próximas semanas.